El Barcelona puso fin a su maleficio en Anoeta y lo hizo en un partido que comenzó por debajo pero que acertó a remontar en la segunda mitad con los goles casi seguidos de Luis Suárez y de Ousmane Dembelé.

La estrategia de los donostiarras quedó clara desde el pitido inicial, todos encerrados en su campo y cesión del mando de juego a los azulgranas a la espera de que una contra cambiara el signo de un partido que transitó monótono y sin ocasiones en sus primeros minutos.

El primer acercamiento local, sin embargo, provocó el gran disgusto de los barcelonistas porque un balón colgado al área del cuadro catalán lo bajó Héctor y dejó un balón en perfectas condiciones para el disparo seco y muy duro de Elustondo, que batió a Ter Stegen.

El Barcelona reculó y le volvió a entrar el miedo tras su pésima estadística en Anoeta en la última década. A los jugadores de Ernesto Valverde les costaba rematar a portería y encima tuvieron que sufrir las acometidas de un equipo vasco que se lo creía y que empezaba también a generar peligro.

Valverde movió ficha tras el descanso, quitó un defensa para dar entrada a un jugador tan ofensivo como Coutinho y llamó a Busquets, la gran ausencia del once inicial, para encontrar la batuta en el centro del campo.

Como ocurre casi siempre cuando enfrente está un equipo grande, a las oportunidades de gol perdonadas por la Real fue el tanto del empate del Barcelona, en una jugada en la que Rulli no se hizo con el balón y Luis Suárez ejecutó.

El portero realista, tras una gran intervención en la siguiente jugada, volvió a salir a un córner con poco convencimiento, el balón quedo suelto y Dembélé desequilibró el choque con el segundo tanto que ponía en ventaja a su equipo.

Lo intentaría la Real en el tramo final, pero más con intención de dejar constancia de su titánico esfuerzo pero sin resultado positivo.