Tantas amarguras, tantas decepciones, que al Liceo le hacía falta ya que por una vez le sonriera la suerte. Había tirado al palo tantas veces en los dos últimos años que el trago sabe aún más dulce. Campeón de la Supercopa de España. Contra el Barça. Con gol de la victoria, el 3-2 de Carlo di Benedetto, a diez segundos para la bocina. Después de aguantar quince minutos con nueve faltas. Y de sobreponerse a dos golpes, el 0-1 en el minuto dos y el empate culé en la recta final. El guión es de los que hacen épica. Para cambiar la historia y romper con la racha triunfal de un Barcelona que venía de ganarlo absolutamente todo y que siempre dejaba a los coruñeses con la miel en los labios, a veces incluso de la forma más cruel. Segunda Supercopa verdiblanca en dos años. Y otro duelo contra el Barcelona a la vista ya que ambos se verán las caras el sábado en el Palacio de los Deportes de Riazor para estrenar la OK Liga. La mejor forma, también, de que la afición reconozca a sus campeones.

No es como se empieza, sino como se acaba. Por momentos incluso planeó esa negra sombra que acompaña siempre en este tipo de partidos. Arrancó, he hecho, de la peor forma. Si es difícil marcarle gol al Barça, mucho más si se pone por delante como hizo en el minuto dos. Un golpe nada más empezar, ya que encima el tanto llegó desde el punto de penalti, transformado por Sergi Panadero. Los jugadores del Liceo ya no es que se estrellaran contra Sergi Fernández, como les había pasado durante toda la temporada pasada. Es que ni siguiera llegaban hasta él, ni de jugada ni con tiros, que morían en la defensa azulgrana salvo honrosas excepciones, como un disparo de David Torres que despejó el portero con la careta o el chut al palo de Marc Coy.

La entrada del catalán, al que esta temporada Juan Copa le quiere dar un mayor peso en el equipo desde la defensa -para cubrir en parte la salida de César Carballeira- y la de Carlo di Benedetto le cambiaron la cara al equipo. El técnico supo leerlo a la perfección. Ahí también se ganó la batalla. El primero aportaba tiro; el francés es siempre es un incordio con esa posición fija en el área. El juego pasó a ser menos previsible y también le dio frescura la aparición del argentino Facundo Bridge.

Con estos tres y Eduard Lamas el Liceo jugó sus mejores minutos con mayor velocidad en la circulación de la bola. El premio fue el empate, que llegó en el minuto 22 con un chut de Eduard Lamas, que aprovechó un pase desde detrás de la portería de Di Benedetto. Antes del descanso pudo completarse la remontada. Sergi Panadero vio tarjeta azul por una fuerte falta sobre el menor de los Lamas. El internacional francés falló la directa y el Liceo no jugó bien sus cartas en los treinta segundos que dispuso de superioridad numérica.

La vuelta al marcador se hizo esperar hasta el inicio del segundo tiempo. Los verdiblancos todavía disponían de un minuto y medio con un jugador más. Esta vez sí movió bien la bola y encontró a Marc Coy, siempre dispuesto a armar el brazo. A la primera, palo. A la segunda ajustó el gatillo para el 2-1. El Liceo ya había hecho lo más difícil. Pero lo que le quedaba tampoco era fácil.

Cuando estás por delante a veces es inevitable recular un poco. El grupo dirigido por Juan Copa empezó a regalar la posesión. Era el Barça el que tenía que arriesgar y los liceístas se centraron en no cometer errores e intentar salir a la contra. Pero cuando quedaban quince minutos se encendieron las alarmas con la novena falta. Era mucho tiempo para aguantar las acometidas de los azulgrana y más de la forma más limpia posible. Ahí también dio una lección Eduard Lamas, que anuló a todo un Pablo Álvarez.

El Barça tiene muchos otros argumentos. Ignacio Alabart pudo marcar en dos ocasiones casi seguidas, Pau Bargalló tiró al palo y fue Matías Pascual el que encontró el hueco para marcar el 2-2. Restaban siete minutos e inicialmente el Liceo quedó tocado y pudieron rematar Álvarez y Alabart. Se recuperó pronto. Carlo fue entonces una pesadilla. Más rápido que todos, al quite de cualquier rechace, saliendo a la contra. Por eso no fue una casualidad que estuviera ahí, atento, donde siempre, en el centro del área, para rematar el pase perfecto de Sergi Miras y mandar la bola hacia la gloria.

Los jugadores del Liceo han llegado esta mañana a A Coruña y nada más aterrizar en el aeropuerto de Alvedro con la Supercopa han celebrado el título, recibidos por algunos seguidores y aficionados.