Se escuchaba el viento. Temblaba el suelo cada vez que caía un trueno. El techo empezó a moverse. Se fue la luz, por completo, dos veces. Los cristales de una grada reventaron. Como en una secuencia de película. Y fuera, volaban los contenedores. Este es el escenario que acompañó a los últimos minutos de la final del Campeonato de Europa femenino de hockey sobre patines, que se disputó en Mealhada (Portugal) mientras el huracán Leslie tomaba contacto con la península ibérica convertido en tormenta tropical. El partido se suspendió por motivos de seguridad cuando quedaba un minuto y 45 segundos y las españolas ganaban por 3-2. Y el público quedó atrapado durante horas en el pabellón. Entre ellos, varios coruñeses: el delegado de la selección española, José Luis Huelves, los árbitros Daniel Villar y Alberto Veiga, el entrenador José Ares y varias familias, con niños, como el caso de los Sanjurjo y los Estébanez. Todos ya están en casa, sanos y salvos, pero con el susto en el cuerpo. Y la duda de si la final deberá reanudarse o se dará por finalizada y, por tanto, España alzaría un nuevo título.

"No estábamos nada preocupados", reconoce José Luis Huelves y asegura que aunque seguían las predicciones meteorológicas, solo temían por si el avión del día siguiente podría despegar. "Yo creo que nadie se esperaba que la tormenta entrara de la forma que entró. Porque con haber adelantado el partido quince minutos ya se hubiese solucionado", añade el delegado de la selección española. Tampoco estaba asustado el oleirense Jorge Estébanez, que viajó a Portugal con su mujer y sus dos hijos. "Vi que había alerta roja por viento en Aveiro y por viento y lluvia en Coimbra. Mealhada está justo en el medio. Pero decían que sería desde las once de la noche hasta las 4 de la madrugada, por lo que me imaginé que el problema sería para volver al hotel después del partido", recuerda.

No le faltó razón. "Cuando se normalizó la situación la policía te preguntaba a dónde ibas y te decía si podías irte o no, porque muchas carreteras estaban cortadas. Nosotros fuimos de los últimos en poder irnos", señala. Hasta prácticamente las tres de la madrugada no pudieron emprender su camino de regreso al hotel -y cuando llegaron allí, un árbol se había estrellado contra le ventana de su habitación-. Mientras tanto su familia como otra procedente de A Coruña -los padres y la hermana de la exjugadora del Liceo, ahora en las filas del Gijón, María Sanjurjo-, habían estado refugiados en el vestuario de los árbitros. "Cuando nos desalojaron de las gradas solo se podía estar en el vestíbulo del pabellón, pero allí no había sitio. Los dos árbitros coruñeses que estuvieron en el Europeo nos vieron y nos llevaron con ellos. Su vestuario estaban un nivel por debajo y allí se estaba más seguro", dice agradecido. Porque la peor parte fue para los niños. "Ellos lloraban, asustados. Había policía, bomberos, militares... Para nosotros solo es una aventura más que contar", concluye.

A pocos metros de ellos estaba el vestuario donde se refugiaron las jugadoras y sus familiares. "Pasamos miedo", indica José Luis Huelves. "Estuvimos casi dos horas y metimos también a unas niñas pequeñas que iban a participar en la ceremonia de premiación y que estaban llorando", añade. La policía no les dejaba salir. Fuera era todavía más peligroso. A todos los que vivieron la experiencia lo que más les marcó fue ver volar los contenedores. "De camino al hotel aún nos encontramos varios árboles que atrancaban la carretera", remata el legendario portero del Liceo. Ahora toca esperar. "A ver qué dictaminan pero nuestras chicas son campeonas. En menos de dos minutos no nos iban a meter dos goles", augura.