Rafael Louzán afinó en la Diputación de Pontevedra su habilidad maniobrera. Gustavo Falque, presidente del Coruxo, conoce todos los entresijos del fútbol gallego. La alianza de ambos le resultó letal a José García Liñares en las elecciones de 2014 en las que también fue clave la figura de Juan Vázquez, presidente del Victoria. Y ahora es el anterior presidente de la Federación Gallega y alcalde de Cerceda el que puede decidir la identidad del próximo si decide asociarse con el vigués. Es la de Falque y Louzán una batalla de difícil pronóstico, con el equilibrio territorial como clave.

Aunque segura desde hace tiempo, la confirmación a viva voz de la candidatura de Gustavo Falque a la Federación Gallega traslada al escenario público la guerra soterrada que el presidente del Coruxo mantiene con el actual mandatario federativo, Rafael Louzán. Carecen ya de sentido disimulos y fingimientos. Louzán y Falque, el ticket que destronó a José García Liñares en 2014, se preparan para la colisión. Serán unos comicios complejos y apasionantes, que culminarán con la elección del nuevo presidente el próximo 10 de diciembre. Frente a frente, dos animales electorales, muy distintos en sus trayectorias, pero parejos en su astucia en el manejo de los resorteos internos de este tipo de procesos. Y es precisamente Liñares, antaño víctima del dueto y actor secundario de momento, el que puede desequilibrar la contienda. Falque lo corteja.

Liñares, socialista, alcalde de Cerceda, puso fin al largo reinado de Julio Meana en la Federación Gallega en marzo de 2011. Llegaba como adalid del cambio oxigenante y como tal recibió el apoyo de Gustavo Falque, eterno presidente del Coruxo. Falque, sin embargo, no se incorporó a su equipo. Louzán dirigía entonces la Diputación de Pontevedra. Desde ella fue tendiendo sus tentáculos hacia el fútbol, con ingentes inversiones en infraestructura, y desde ese plataforma planteó el asalto a la Federación en 2014, cuando asumió que su etapa en política había concluido.

Liñares había "decepcionado" a buena parte del fútbol gallego. La mutualidad era una herida sangrante. Y el proyecto de macrosede de A Coruña generaba resquemor en las delegaciones territoriales. Louzán se había criado tejiendo influencias y alianzas en la Diputación. Las rutinas clientelistas de la Federación, sus cuotas de poder y equilibrios estamentarios no le resultaban extraños. Pero necesitaba a un experto de ese mundo: Gustavo Falque.

Falque, con el proyecto del Coruxo bien asentado, ejemplo de gestión en muchos sentidos, lleva muchos años cultivando relaciones en ambos lados del Padornelo. Conoce los entresijos y problemas del fútbol modesto, aficionado, profesional, canterano... En Madrid lo consideran una voz autorizada a nivel autonómico y sobre la Segunda B, en cuya comisión participa.

La asociación de Falque y Louzán compensó sobradamente la ventaja que ser el presidente en vigor concedía a Liñares. El de Cerceda se comportó además con cierta ingenuidad. Dio como buenos sus cálculos en esa carrera de trampantojos y espejismos que es un proceso electoral en la Federación Gallega, en la que muchos prometen su voto a todo el que lo reclame. Louzán se impuso por 80 papeletas a 65 el 19 de diciembre de 2014.

La concordia entre Louzán y Falque duró poco, sin embargo. El romance comenzó a agrietarse tan pronto como en enero de 2015, cuando en la Federación Gallega comenzaron a desembarcar el equipo que Louzán había construido en la Diputación; en total, dieciséis personas de su confianza, entre asalariados y asesores. Una invasión vista con recelo en un mundo tan específico como el futbolístico. Y aunque Falque siguió como vicepresidente hasta el pasado mes de julio, la grieta entre ambos no ha dejado de agrandarse, tanto en cuestiones de gestión como en criterios económicos.

Así que Falque, que hace meses superó un derrame cerebral, se siente con el vigor necesario para afrontar esta batalla. El vigués proclama que el fútbol gallego debe quedar al fin en manos de un especialista, de un tecnócrata sin intereses políticos. Él, que muñó la victoria de Louzán, pide perdón sin reservas y enarbola como propósito de enmienda la bandera de la regeneración. Las consultas que ha ido efectuando han alentado su optimismo. Louzán también ha puesto a trabajar su maquinaria desde hace varias semanas. El martes se reunió con clubes vigueses en el salón regio de la sede del Celta -una cesión celeste que ha causado cierta extrañeza, vista la fría relación que Carlos Mouriño mantenía con el presidente actual-.

La competición federativa ya ha comenzado con el voto por correo para elegir a los 150 miembros de la asamblea -151 si se le añade el presidente-. La jornada electoral presencial se sustanciará el 29 de octubre. Las candidaturas oficiales a la presidencia deben presentarse entre el 9 y el 15 de noviembre. Finalmente, el 10 de diciembre los asambleístas procederán a elegir al presidente.

A diferencia de anteriores comicios, los representantes de árbitros, entrenadores y fútbol sala se eligen en circunscripción electoral única. Pero son clubes (104) y futbolistas (30) los estamentos decisivos, repartidos entre las siete delegaciones. El reparto territorial será una vez más el que decida.

Los expertos adjudican a Louzán el control de Lugo y Pontevedra, aunque Falque no renuncia a rascar algún apoyo. El vigués se siente fuerte en Vigo y Ourense. También en A Coruña y Ferrol, que tendrá en el bolsillo se cierra un acuerdo con García Liñares. Con el expresidente comparte diagnósticos y soluciones. Para cualquier acuerdo, Falque traza como línea roja ser cabeza de cartel. Liñares aún deshoja la margarita. Si acudiesen divididos a las elecciones, Louzán respiraría aliviado. Hace cuatro años Falque fue decisivo para que el alcalde de Cerceda perdiese las elecciones. Cierto es que también se encontró con bastantes respaldos por el desencanto de algunos directivos coruñeses por el trabajo de Liñares. En cualquier caso, la delegación de Santiago aparece como la zona de nadie entre trincheras, cuya conquista puede decantar la balanza.

Desde Madrid observarán con interés el proceso electoral de una de las principales federaciones autonómicas. Y con Gustavo Falque como candidato favorito. El viento no ha soplado a favor de Rafael Louzán en la evolución de la Federación Española. Louzán, que aspiraba a presidirla a medio plazo, tras haber asentado su perfil de heredero ideal para Ángel Villar, apostó por Larrea en las últimas elecciones. Y no oculta su enemistad con el vencedor, Luis Rubiales, aunque aun no se sabe si tendrá un papel intervencionista en el proceso, con un pronunciamiento a favor de Falque, o preferiría mantener la apariencia de neutralidad institucional.