La fortuna que le dio la espalda a Julen Lopetegui premió a Solari por su apuesta por Vinicius, el futbolista que a base de descaro sacó al Madrid del sufrimiento eterno en Liga, y castigó con un disparo que rechazó en la espalda de Kiko Olivas, a un gran Valladolid.

Ha nacido una estrella. Vinicius, el futbolista diferente de una plantilla poco reforzada, devoró los 17 minutos que recibió de Solari para cambiar el rumbo de un partido que iba encaminado a un nuevo tropiezo madridista. El Valladolid había estrellado dos disparos en la madera y solo el descaro del joven brasileño, sacó el miedo del cuerpo del madridismo. Una afición que señaló culpables.

Resucitar a un equipo en caída libre y que no encuentra su identidad, no es una tarea que se logre con rapidez. La reacción en Copa del Rey mostró orgullo de la segunda unidad. En Liga no iba a ser tan sencillo. El rival ya no era un Segunda B. El Valladolid confirmó en el Santiago Bernabéu las buenas sensaciones que le cuelgan el cartel de equipo revelación.

La confianza de los madridistas está por los suelos. Sus intenciones son buenas pero cualquier atisbo de duda le devuelve a la desconfianza y la inseguridad. Solari se cargaba a Isco para premiar a Asensio, quien tras un arranque con fuerza se instalaba de nuevo en la intrascendencia. Su 1-4-2-3-1 daba más libertad a Modric y contacto con el balón, Bale de nuevo en la derecha con un nuevo entrenador. Una posición en la que solo se ve el galés, que tiene más continuidad cuando asoma por la izquierda, su zona natural.

Solari se encomendó a Vinicius y el chaval respondió. Con la velocidad que le falta al resto, encaró con descaro, se marchó y le pegó con fe en el primer gol. Ramos pondría el segundo de penalti.