"Mis nadadores pensaban que en A Coruña entrenábamos mucho. Hasta que vinieron aquí", bromea Jesús de la Fuente. El técnico del Liceo y cuatro de sus alumnos más aventajados, Jacobo Garrido, Ane de la Fuente, María de Valdés y Gaspar Andrade, se encuentran en una concentración de un mes en el CAR de Sierra Nevada. Además de las complicaciones normales a 2.320 metros de altura -"los primeros días hasta nos costaba subir las escaleras"-, allí se están sometiendo al método de Fred Vergnoux, el gurú francés que con un régimen de maratonianos entrenamientos y un estricto control de descanso, comida y sueño llevó al oro olímpico a Mireia Belmonte. "Esta temporada ha abierto las puertas y ha dicho que todo el que quiera puede venir a probar con su grupo", explica De la Fuente, "y está claro que no todo el mundo puede soportar esto, pero nosotros estamos aguantando como jabatos y yo creo que si se quiere nadar a alto nivel, hay que estar aquí". Porque las jornadas son duras: doble sesión de piscina, unos 20 kilómetros al día, hasta tres de gimnasio, además de entrenamientos específicos de estiramientos y recuperación. Los objetivos son de altura y la preparación, también.

El día para ellos comienza a las seis y media de la madrugada. Por lo menos, los lunes, los miércoles y los viernes. Media hora después, a las siete, ya están en el gimnasio para hacer una hora de preparación de cardio. Al terminar, desayunan y se van a la piscina para la primera sesión, que arranca a las nueve, y con 10.000 metros como media de volumen. A media mañana, los nadadores tienen media hora de descanso y para comer algo, sobre todo proteínas, porque a las doce tienen que regresar al gimnasio para hacer trabajo de fuerza. La comida es a las 13.30. Al terminar, pueden descansar, menos de dos horas. A las 15.45 ya tienen 45 minutos de estiramientos previos a la segunda sesión del día de piscina (16.30), con otros 10.000 metros por delante. Y al terminar, tres horas después, otra hora de cardio en el gimnasio. A las 20.30 es la cena y por último, a la cama. Los martes y los jueves hay ligeras modificaciones porque no hacen cardio, así que pueden levantarse a las ocho, y cambian el gimnasio por tablas de estiramientos, fortalecimiento y sesiones de contraste para recuperar tono muscular. Y los sábados, extra. Por ejemplo, el pasado y solo en la segunda sesión de piscina, María de Valdés y Gaspar Andrade se fueron hasta los 15.000 metros. "Y sin problemas". Ane de la Fuente y Jacobo Garrido pararon a los 9.000.

Tanto María de Valdés como Ane de la Fuente tendrán la primera oportunidad para comprobar los resultados esta misma semana, pues se desplazan a Abu Dabi para disputar la octava etapa de la Copa del Mundo de aguas abiertas. Las dos harán todo el circuito internacional con el objetivo puesto en el 22 de mayo, fecha clave porque tendrá lugar en Francia el clasificatorio para el Campeonato del Mundo de Corea, donde a su vez ya estarán en juego varias plazas olímpicas para Tokio 2020. Ane, que todavía está en edad júnior, tendrá otra bala con el Campeonato de Europa de su categoría. También en esta disciplina tendrá su objetivo Gaspar Andrade. "Él esta temporada ha perdido la condición de nadador del equipo nacional, por lo que es más complicado ir a las Copas del Mundo, y tiene que ganarse volver a estar dentro", explica De la Fuente sobre el arzuano, que acaba de fichar por su club después de pasar unos años en el Centro Gallego de Tecnificación Deportiva de Pontevedra. El clasificatorio para el Mundial será su principal meta.

En cuanto al benjamín del grupo, Jacobo Garrido, con beca ADO, se ha marcado estar entre los tres mejores del mundo y mirar hacia el oro paralímpico en Tokio 2020. Después de colgarse el bronce europeo, el coruñés sube las aspiraciones. "Esta concentración le está sirviendo para endurecerse psicológicamente y para ver todo lo que hay que entrenar", analiza De la Fuente de su pupilo de 16 años. Hasta agosto no llegará su principal objetivo, el Mundial de Malasia, y su entrenador le dejará bajarse de la concentración una semana antes que al resto. Todos volverán. Tienen planificadas otras dos preparaciones en altura. Después de Navidad irán a Font Romeu, con menos metros de altitud que Sierra Nevada, a donde regresarán en marzo o abril, justo antes de uno de los momentos clave de la temporada. Un esfuerzo tiránico en busca de una recompensa dorada.