De Quique Setién a Paco Herrera. Del verso a la contundencia épica del nos vemos en la guagua. La UD Las Palmas ha tenido que recurrir al padre espiritual del ascenso de junio de 2015. Toca abrazar el impacto emocional del 21-J. El empate del sábado del cuadro amarillo ante el líder Granada fue la sentencia de muerte de Manolo Jiménez. Vuelve a moverse el sillón. Un escudo en las arenas movedizas. Todo comenzó en el curso 2016-17, la Unión Deportiva selló la permanencia en Primera pero el emperador de seda se hartó del pulso con la dirección deportiva.

El anuncio público de la no continuidad del preparador cántabro marca un precedente macabro. El 18 de marzo de 2017, Setién, tras fracasar la renovación del siglo -de diciembre a febrero-, hace público que deja el cargo el 30 de junio. De Zerbi era el elegido, pero la rescisión contractual de De Zerbi con el Palermo forzó la contratación de Manolo Márquez -que había subido con el filial del equipo amarillo a Segunda División B-.

Duró seis jornadas: dos victorias y cuatro derrotas. Se vio superado por la presión de un banquillo de Primera y se contrataba a Pako Ayestarán. Luego llegaron Paquito Ortíz -técnico interino-, Paco Jémez y Manolo Jiménez. Y en el punto kilométrico número 14, tras la destitución del estratega sevillano, se apuesta por Herrera, un veterano del planeta de plata con 444 partidos. ¿Se acertará con la apuesta por el arquitecto del mágico 21-J?