¿Se imaginan cumplir el sueño de sus vidas, por el que llevan muchos años trabajando, y que la pregunta que le hagan en el momento es si saben bailar twerking (para quien no lo sepa es algo parecido al perreo, sacar el culo hacia fuera y hacer movimientos rápidos adelante-atrás)? Valdría para futbolista, médico o astronauta. Para hombre o mujer. Es denigrante en cualquiera de los casos. Aunque la diferencia es que al hombre, como sería en este caso a Luka Modric, nunca se la harían. ¿Sabe bailar twerking Luka Modric? ¿Se lo imaginan? No, ¿verdad? Pero en cambio fue la pregunta que el DJ francés Martin Solveig eligió para Ada Hegerberg, que nada más y nada menos acababa de ganar el primer Balón de Oro femenino de la historia. Ella puso cara seria, aunque terminó bailando, que no twerking, con el conductor de la gala. Después dijo que no creía que se tratara de acoso sexual -yo tampoco- y él pidió perdón por una broma de mal gusto. Pero el daño ya estaba hecho. Me consuela el hecho del revuelo que se ha montado. En otra época incluso hubiese parecido normal. Ahora estos comentarios ya nos chirrían, a hombres y a mujeres. Algo estamos cambiando. Pensarán muchos, como leo por ahí en ciertos debates que surgen en las redes sociales -a las que, por otra parte, hay que hacer el caso justo, pero ese es otro tema-, que qué cansinas que somos, que tenemos la piel muy fina, que no pasa nada, que son bromas... No. Hay que decir basta. Esto no es solo una anécdota. Son muchas las faltas de respeto hacia las mujeres deportistas, sin entrar en el tema de las diferencias entre reconocimientos y méritos. Recuerdo una pregunta a una campeona del mundo de boxeo sobre si aprovechaba los espejos del cinturón para maquillarse. ¿Le diría a un hombre si se afeita mirándose en ellos? Perfiles de Carolina Marín en los que la presentan como una niña mimada a la que su entrenador puso en su sitio. El mérito, por supuesto, es del hombre. Entrevistas a Lydia Valentín en la que lo más importante es saber si va a adelgazar cuando deje el deporte. La apariencia física, cómo no, por encima de todo. Consejos a Garbiñe Muguruza sobre colgar la ropa en el armario en la sección de un programa de televisión. Por no hablar de las listas de las deportistas más guapas -y mujeres de deportistas- o la bolsa del corredor en la que se regala una revista del corazón y productos de maquillaje, antiedad y adelgazantes. Esto pasa con las mujeres en general, profesionales de sus oficios, a las que se les pregunta casi siempre por su vida personal y los sacrificios que han tenido que hacer (maridos, hijos) para llegar hasta donde están. Los mismos que un hombre, al que nunca se le plantea esto. Y aquí estoy haciendo también autocrítica. A veces lo hacemos sin pensar y hay que tener cuidado. Los periodistas tenemos una responsabilidad pública y con estas actitudes solo estamos transmitiendo el mensaje equivocado: la mujer como madre y esposa y que solo puede realizarse en el ámbito familiar; la mujer como ser débil que necesita siempre un hombre a su lado; la mujer como objeto que debe cuidar su apariencia física; la mujer como cuidadora del hogar. Y siguiendo con la autocrítica, ¿quién conocería hoy a Ada Hegerberg si no llega a ser por la famosa pregunta? El Balón de Oro dio un paso enorme al conceder, por primera vez, un premio en categoría femenina. No fue sin tiempo. Pero eso no fue la noticia. Me atrevería incluso a decir que si no fuera por esta anécdota pocos estarían hablando hoy de ella. Así que para quien no la conozca, la presento. Ella es noruega, tiene 23 años, juega en el Olympique de Lyon y ha ganado tres títulos esta temporada, entre ellos la Champions, con más goles, 42, que partidos jugados. Esta es la descripción que cuenta.