Un tanto de Benzema dio el triunfo a un Madrid plano, sin confianza y lento en su juego, frente a un Rayo Vallecano al que le bastó orden para instalar el nerviosismo en el Santiago Bernabéu y que acarició el empate en los últimos segundos.

Necesitaba el Madrid cerrar 2018 lanzando un mensaje de esperanza a una afición que comienza a perder la fe ante tanta irregularidad. Demostró que no está para excesos. El rival, sobre el papel, era bueno para pegarse un festín de goles. Un Rayo víctima de su inestabilidad defensiva. Y el arranque no se le pudo poner mejor al equipo de Solari.

Con la intención de borrar de la memoria la noche ante el CSKA, salió enchufado y a los trece minutos ya mandaba en el marcador. Había intentado Míchel frenar su sangría defensiva juntando líneas, esperando en su terreno, pero no dispone de jugadores fiables en la zaga. El inicio firme se derrumbó cuando Lucas metió velocidad al desmarque de Benzema entre rivales. Su derechazo cruzado inalcanzable para Dimitrievski.

Disponía el Madrid de una ocasión de ir por el partido y dejar buen sabor de boca, pero le falta confianza y firmó un encuentro soporífero. Permitió al Rayo hasta creer por momentos en hacer daño,.

Creció Kroos, adueñándose de un juego al que le faltó ritmo. Cuando el Rayo lo intentó dejó espacios y el miedo a ser castigado le frenó. Así apareció la mejor ocasión para Asensio, que perdonó un mano a mano.

El protagonismo que tuvo ante el CSKA, siempre directo y buscando el gol se apagó. Volvió su intermitencia y el Madrid lo acusó en los últimos metros. El referente era Benzema, siempre con movimientos inteligentes y buscando al compañero.

No sentía peligro el conjunto madridista ante un Rayo Vallecano que añoraba a su referencia, Raúl de Tomás, víctima de la cláusula del miedo. La paciencia de la afición madridista se acabó muy pronto y abroncó a un equipo que firmó su segundo triunfo por la mínima ante los dos últimos equipos de la clasificación y sin espacio para el disfrute.