Hay días en los que, sin saber por qué, se desconecta del cerebro lo que habitualmente funciona como un automatismo instalado en él. Así estaba ayer el Liceo, totalmente desenchufado. Por momentos incluso parecía que los jugadores se habían olvidado hasta de cómo se controla la bola, que estaba traviesa y se negaba a ser domada. Pases a compañeros invisibles. Remates sin dirección. Imprecisiones constantes. Sin definición. Despistes y desajustes en las marcas... No daban stick con bola. Y aun así, los verdiblancos fueron capaces de empatar al Reus porque, en especial Sergi Miras, lo que sí que pusieron sobre la pista fue hasta la última gota de su esfuerzo aunque todo se empeñara en salir mal una y otra vez. En circunstancias normales, el partido hubiese sido otro. Y es que los rojiblancos propusieron poco o nada. Sacaron petróleo de un planteamiento ultratacaño, basado en aprovecharse del fallo del rival y con tres jugadores delante de la portería.

Así que reparto de puntos entre el fallón y el conservador, aunque incluso los coruñeses pudieron haber sumado los tres en una jugada final que volvió a ser polémica. En el último segundo, chutó a la desesperada Eduard Lamas, desvió Miras y la bola acabó dentro de la portería tras un rechace. La bocina había sonado antes, pero los árbitros nos habían señalado el final -que es lo que marca el reglamento, que el partido termina cuando los colegiados lo dicen, no la señal sonora-. Sin embargo, no se dio por válido, aunque la otra teoría es que lo que anula el gol que hubiese dado la victoria al Liceo fue que la bola impactó contra el pie de un jugador del conjunto local.

Se esperaba más de un duelo que enfrentaba al segundo y al tercer clasificado. Ahora la vida sigue igual, aunque con un tercero en la lucha por la segunda plaza a la que se suma el Caldes, también con 29 puntos, los mismos que el Liceo y el Reus. El Barça, que no jugó por estar en Argentina en la Copa Intercontinental, podría rematar la liga ya en la primera vuelta si cuando vuelva y recupere el partido de esta jornada gana, porque la ventaja ascendería a los ocho puntos.

Lo sabía el Liceo y salió lanzado a por la victoria frente al Reus. A los dos minutos de juego, Sergi Miras se giró en la frontal y chutó por el centro. 1-0. Si la opción del Reus era resguardecerse en defensa y salir a la contra, no cambió pese a estar por debajo en el marcador. Era el Liceo el que proponía todo, pero le costaba enlazar un par de jugadas y acciones buenas seguidas. Sí lo hizo Eduard Lamas. Suyo fueron tres cuartos del gol que anotó David Torres en el minuto 14. El delantero solo tuvo que empujar la bola que le dejó en bandeja el defensa después de una cabalgada espectacular por toda la pista, deshaciéndose de rivales a su paso.

El 2-0 podía ser cómodo. Pero la renta no duró mucho tiempo. Los visitantes, en dos acciones aisladas, empataron en menos de un minuto. Primero Tiago Rafael. Después Álex Rodríguez. Dos acciones individuales de excelente factura y definición. El Liceo, en cambio, perdonaba. Como con el penalti de Marc Coy. O el remate casi a puerta vacía de Carlo di Benedetto. El francés, ya en la segunda parte, anotó el 3-2 de la única forma que parecía posible, metiendo el stick tras un disparo de Eduard Lamas.

No era el día. El Reus llegaba y marcaba. Lo hizo Marc Julià para el 3-3. Y tampoco perdonó el talentoso delantero con la directa tras la décima falta local. El Liceo tenía que remontar. Sergi Miras empató y quedaban nueve minutos. Insistían los verdiblancos, casi jugando contra un frontón y con el Reus encerradito en su cuadrado. La última esperanza era que los rojinegros estaban con nueve faltas. Los árbitros señalaron la décima cuando quedaban 35 segundos para el final. Di Benedetto asumió la responsabilidad. Pero en uno de los amagos frente al portero la bola se le escapó. Y con ella, la victoria.