Ya son cinco las victorias seguidas del Leyma CoruñaLeyma Coruña tras prolongar ayer su racha contra el Lleida (73-61) en un partido con dos partes, una primera en la que los coruñeses recordaron los pecados del pasado, y una metamorfosis tras el descanso, encarnada en la figura de Quinton Stephens, en la que los de Aranzana volvieron a ser implacables en defensa y un huracán en ataque. Y eso que al técnico se le acumularon los problemas. De faltas de sus jugadores altos, con Uchendu y Araujo muchos minutos en el banquillo, con la expulsión del dominicano. La lesión de Sergi Pino... Los locales se repusieron a todo con un ejercicio de carácter. Pero también con un Stephens que se multiplicó en agresividad ofensiva y en capacidad reboteadora para acabar con 19 puntos, 14 rebotes y 32 de valoración. Triunfo para despedir el año con buen sabor de boca y pedir otro a los Reyes en el próximo partido, el 4 de enero contra el Huesca.

Este era un día raro, así en mitad de la Navidad, después de dos días de vacaciones. Y al Leyma ese parón le pasó factura en los primeros minutos con un 0-9 de inicio. La mala racha la cortó Ty Sabin con un triple. No fue el único. Volvió a encestar de tres y el marcador se fue ajustando, aunque siempre por detrás, a remolque. Hizo un buen trabajo bajo tableros Jonathan Araujo porque el acierto desde fuera brillaba por su ausencia. Al final del primer cuarto, 15-20.

El segundo fue un ejercicio de a ver quién lo hacía peor. Imprecisiones, fallos, malas decisiones, falta de ritmo... el marcador no se movió durante más de tres minutos y en cinco solo se habían anotado tres canastas. El Leyma fue el menos malo y consumó la remontada. Cuando faltaban 4:03 para el descanso se puso por primera vez por delante con un 2+1 de Araujo. El Lleida reaccionó, volvió a tomar la delantera, pero los naranjas ya estaban entonados. Mejoraron en la circulación del balón, con dos buenas acciones colectivas que remataron Stephens y Bulic. Un triple de Zach Monaghan puso el 31-30 al descanso. El base lo celebró con rabia porque no le estaba saliendo nada.

Solo se podía ir a mejor. La imagen del cambio de cara fue la de Quinton Stephens. El ala pívot naranja salió en el tercer cuarto a por todas. Firmó nueve puntos seguidos, incluido un triple, y mantenía al Leyma en un intercambio del golpes en el que el Lleida sacó provecho de su buen rebote ofensivo. Los dos equipos eran otros. El problema para los locales se tornó en forma de faltas personales. Sus dos pívots, Uchendu y Araujo, se pusieron con cuatro. Y Pino, en el banquillo lesionado. Stephens se remangó en tareas reboteadoras y surgieron sus dos hombres de calidad. Dos triples de Xavier y Monaghan seguidos (56-50) respondido por otro de Miki Feliu dejaron todo el suspense para el último cuarto (56-53).

La igualdad elevó la tensión. Cada defensa subía de intensidad. Y con ella, el lío. Araujo cogió un rebote y lo defendió de Mbaye. Los árbitros consideraron que de forma antideportiva. En medio de las protestas, el visitante Fall se acercó varias veces al banquillo naranja, provocativo. Amago de tangana que acabó con Araujo en el vestuario y también con Fall, con descalificante. Con el Palacio azuzando, los naranjas, en vez de desconcentrarse, salieron fortalecidos. Con rabia, saltaron más, tiraron mejor, defendieron con uñas, machacaron la canasta. Un parcial de 9-0 sentenció. El Lleida ya solo pudo anotar por medio de dos tiros libres. La victoria, la sexta y quinta seguida, quedó en casa.