Vinicius, autor de un gran tanto y asistente en otro, lideró ayer la reacción del Madrid, que dejó prácticamente sentenciada la eliminatoria de octavos de final de la Copa del Rey ante un Leganés que perdonó en el primer acto y desapareció en el segundo, el día del debut de Brahim Díaz.

En busca de sensaciones perdidas, con la segunda unidad añadiendo frescura y una mejoría física al juego, el Madrid se reencontró con la victoria en un Santiago Bernabéu que sigue mostrando su desencanto. Encontró nuevamente la esperanza en Vinicius y el equipo la mejoría con un despliegue inconmensurable de Odriozola.

Ya no hay espacio para Isco en el once ni en Copa del Rey. Su suplencia continua es llamativa. Las esperanzas de diversión del madridismo se reducen a Vinicius, de nuevo valiente en cada balón que tocó y que mostró que debe pasar un proceso de mejoría de elección en el final de las jugadas.

El Leganés que dio la campanada hace un año, tenía claro a qué jugar. Defensa de cinco, líneas juntas para eliminar espacios, un buen repliegue y rápido con el balón. Con poco comprobó que se hace daño a un Madrid inmerso en la desconfianza. Su falta de puntería le genera nerviosismo. Perdonó dos Benzema. Y el Levante mordía.

Son esos momentos en los que cualquier rival que pisa el Bernabéu siente que tiene poder para tumbar al vigente campeón de Europa. Keylor salvó. Y el Madrid pudo adelantarse con un penalti lanzado por Ramos. Con el marcador a favor apareció la versión más dominante del equipo de Solari en una segunda mitad impecable con Odriozola y Vinicius al mando. Este asistió al coruñés Lucas Vázquez en el segundo y marcó el tercero.