El Sevilla superó ayer al Barcelona en el Ramón Sánchez-Pizjuán en la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey, a la que dan un color especial en su intento de acabar con la hegemonía azulgrana en la competición, si bien el Camp Nou buscará una segunda remontada para su equipo.

Los de Machín, a falta de la vuelta, tienen bien guisada una revancha de la que esperan disfrutar en Barcelona. Tras la Supercopa de España, el partido de LaLiga y la última final copera, el Sevilla se impuso y lo hizo con ritmo al contragolpe pero también con la posesión.

No le salió bien al Barça situar a Malcom, Boateng, que debutaba, y Aleñá en punta. No hubo control, ni desborde, ni apenas ocasiones. Después, con Luis Suárez y Coutinho al rescate, uno y otro tuvieron una ocasión, una para cada uno, pero sin llegar a intimidar a Soriano, que defendió al Sevilla bajo palos.

Sin punch en ataque y con Arthur, de nuevo de los mejores en el Barça, demasiado solo en la creación, el Sevilla vio la vía para robar el balón, para buscar con calma la portería rival y la encontró, más y mejor que el Barça.

Avisó Amadou en el minuto 57, pero descolocado dentro del área, remató fuera. Un minuto después Pablo Sarabia, una pesadilla para el Barça, marcó con un gran remate de tijera de primeras un buen centró de Quincy Promes, que alejó a Gerard Piqué del área para hacerle un traje antes de su asistencia.

Poco después Banega remató de cabeza alto y avisó al Barça de que si no cambiaba de chip saldría herido del Pizjuán. También Escudero y Jesús Navas, que se marchó quizá lesionado como Sarabia, dieron la previa al gol de Ben Yedder.

El delantero francés, que buscó la espalda de Lenglet para rematar a placer un centro de Banega, que no cortaron ni Piqué ni Lenglet ni la estatua de Cillessen, abrió finalmente brecha en el marcador. Y el Barça apenas pudo jugar cerca del área del Sevilla. También hubó polémica porque los locales pidieron unas manos dentro del área que el VAR no concendió.

Poco más se vio de fútbol en unos primeros 45 minutos tediosos, de guerra sucia y de alternativa en la posesión del balón. El Barça fue a menos, aunque Malcom tuvo una gran ocasión. El Sevilla, más constante, tampoco encontró la vía en los metros finales.

Y Kevin-Prince Boateng, que debutó como titular en el Barcelona tras ser presentado el martes, es decir, solo un día después, estuvo casi todo el tiempo fuera de juego. Intentó aguantar a los tres centrales del Sevilla, cogerles la espalda, y batalló pero sin fortuna, al lado de Malcom y Aleñá en una delantera con poca pólvora sin la presencia de Leo Messi, y desconocida, hasta dejar su puesto a Suárez.