A Fabrizio Ciocale le dan "cosquillas en la barriga" cuando empieza a leer los nombres con los que comparte convocatoria en la selección de Argentina para la Copa de las Naciones de Montreux: una generación de oro formada por Pablo Álvarez, Carlos Nicolía, Matías Platero, Reinaldo García, Lucas Ordóñez, Matías Pascual... "Cuando empecé a jugar, muchos ya estaban en la selección y los veía como intocables. Estar con ellos... impacta", dice el jugador del Deportivo Liceo. Poco a poco, el porteño va cumpliendo sueños. Ya lo hizo al cruzar el charco y venir a jugar a Europa. Continúa ahora al entrar en el equipo nacional absoluto. Y lo siguiente podría ser hacerse un hueco definitivo en la primera plantilla verdiblanca. "Espero tener mi oportunidad el año que viene", reconoce. De momento, compagina sus apariciones con los de Juan Copa con el filial de OK Plata, un equipo que está sorprendiendo en su primer año en la categoría y que el próximo mes tendrá el gran objetivo de la Copa Princesa.

La Copa de las Naciones no será hasta abril. Una competición a la que tendrá que hacer hueco en su calendario porque no contaba con ella. "No me lo esperaba", admite el argentino. "Es algo que pensaba que me llegaría más adelante", explica, "o por lo menos algo en lo que iba a trabajar para que me llegara". Porque supone la culminación de un sueño aunque solo acabe de cumplir 20 años. Un primer paso, pero en el que no quiere estancarse. "Es un premio y hay que intentar aprovecharlo, pero seguir trabajando, no conformarse", afirma. Compartirá equipo con su ídolo desde pequeño, Carlos Nicolía, pero no será la primera vez: "Todos son macanudos. Te enseñan, te corrigen. Me hace mucha ilusión". La última vez había sido en el Mundial sub 20 de Nanjing en el que Argentina acabó cuarta.

Justo antes había hecho su primer viaje a A Coruña, que duró solo unos meses. "Fue muy difícil para mí. Entre que no me adapté bien y que quería participar en el proceso de preparar el Mundial sub 20, decidí volver", recuerda. En el Liceo le abrieron las puertas para regresar y esperaron a que se recuperara de una lesión en el hombro. Precisamente en febrero hará un año que desembarcó de nuevo en la ciudad. Esta vez para quedarse. "Vine ya con otra mentalidad, con la de vivir la experiencia, salir de la comodidad familiar, madurar". Un tiempo que le ha servido para crecer como persona y como jugador y en el que ha engordado su palmarés: bronce en el Campeonato de España júnior, ascenso con el filial a OK Plata, debut en Europa, OK Liga y participación en el título de la Supercopa de España. "Fue muy especial, salvo por lo de que te corten el pelo", bromea.

Y lo que queda por llegar. Por ejemplo, la Copa del Rey -"el Liceo es favorito, por lo menos para llegar a la final y en ella hacer lo posible para ganar"- y la Copa Princesa en A Coruña. "Los cuatro daremos pelea. Nosotros ya hemos jugado partidos importantes y ahora tenemos esa experiencia que antes no teníamos", analiza sobre las posibilidades del filial. "A nivel deportivo estamos bien. Pero a nivel personal... es una cosa de locos lo bien que nos llevamos", apunta. Incluido su compatriota Facundo Bridge. Ellos ya se conocían de antes, desde hace una década, que para alguien que solo tiene dos, es la mitad de su vida. Además de amigos, les toca ser rivales por abrirse hueco en la primera plantilla. "Pero competencia sana porque somos jugadores diferentes". Él no oculta que la OK Liga es su objetivo, una categoría en la que se ha sentido "cómodo" cuando ha tenido la oportunidad, aunque no todo lo que le gustaría. Todavía tiene mucho más que aportar: "Gol. Equilibrio en las marcas. Sumar y no restar. Pero sobre todo disfrutar".