Conductas como las del equipo de fútbol de veteranos del Terrasa, expulsado de la competición por su propio club por insultar y vejar a sus compañeras del femenino, evidencian que todavía queda mucho camino por andar. Como en todos las lacras, hay que acudir a la raíz de las mismas y educar desde la infancia a las nuevas generaciones, que representan el futuro. Es lo que ha hecho el Alquimia de patinaje, que concienciado con este problema ha llevado a cabo a lo largo de esta temporada diferentes actividades educativas con el fin de educar a sus niños en la igualdad entre hombres y mujeres para prevenir futuras conductas violentas. Con un taller, una yincana y una serie de biografías de patinadoras destacadas, el club coruñés ha puesto su granito de arena. El deporte también es una herramienta para luchar contra la violencia hacia la mujer en todos los ámbitos.

"El deporte es una fuente de poder, autoestima, confianza e identidad", reflexiona María Silveira, encargada de impartir los talleres a los niños del Alquimia. Ella es educadora, socióloga y técnica de prevención de la violencia de género y educación para la igualdad, integrada en el área de educación para el desarrollo de la delegación de Galicia de la Fundación Mujeres y como experta tiene sus teorías sobre la importancia de que desde el deporte también se luche para erradicar la violencia de género. "En los grupos deportivos es frecuente encontrar dinámicas de discriminación por razón de género por diferentes motivos, por un lado por las creencias interiorizadas y por otro, por efecto de los ejemplos y referentes del mundo del deporte, que no siempre son los más adecuados", continúa con su exposición. "Por esto es por lo que esta clase de actividades de formación y sensibilización con clubes deportivos suponen una iniciativa muy oportuna", concluye Silveira.

En el caso del Alquimia, y a petición de Silvia González, su responsable, fueron dos talleres de una hora de duración, uno para menores de once años y otro para los de esa edad en adelante. "El objetivo del taller era dotar a la población infantil y juvenil de herramientas para la desactivación de aprendizajes sexistas", explica la educadora. "Entre los pequeños, el grupo más numeroso, aunque poseían ciertos conocimientos de los conceptos y de las ideas esenciales en materia de igualdad de género, tenían carencias en la interiorización de los mismos", recuerda. "En los mayores parecían estar más afianzados", continúa Silveira, que en general cree que hubo una gran aceptación tanto por parte de los niños como de sus familias.

"Existe cierta unanimidad con respecto a la necesidad de trabajar desde la infancia", dice Silveira, "y aquí se enmarca la concienciación sobre la desigualdad y su representación más extrema, la violencia de género". En este sentido, a veces lo más importante es desaprender unos roles y unos valores instaurados como los normales por un sistema de dominación masculina que se ha perpetuado hasta nuestros días. Así que con los niños se buscó, por un lado, "crear una conciencia crítica con esas desigualdades", y por otra parte, "fomentar el establecimiento de relaciones basadas en el respeto y la igualdad". Y todo con tres temas de fondo: roles de género, estereotipos y la idea del amor romántico. Pequeños gestos, enormes pasos.