Facundo Bridge no será el primero con ese apellido en la selección argentina. Cuando el jugador del Deportivo Liceo debute con la albiceleste absoluta en la Copa de las Naciones que se disputa en Montreux (Suiza) del 17 al 21 de abril -donde también estará su compañero Fabrizio Ciocale-, se convertirá en el segundo Bridge internacional después de su padre, Alfred, que como portero fue campeón olímpico en Barcelona 92. La relación entre ambos es fundamental y el progenitor influye mucho en la carrera de su hijo. "Nací y al año y medio ya me pusieron los patines", recuerda Facundo, que también tiene dos hermanos, uno portero y otro jugador, que disfrutan con el hockey sobre patines. "Mi padre es un apoyo importante porque sabe, entiende y ha vivido muchas experiencias, pero nunca he sentido la presión por jugar", añade el verdiblanco. "En nuestra familia respiramos hockey y estoy muy contento porque mis hijos hayan escogido ese camino", confirma Alfred.

Pero también tiene mucho que ver el hecho de que son de San Juan, una ciudad en la que los ídolos de los niños no juegan al fútbol, sino que van sobre ruedas. "A Coruña se parece a San Juan", analiza Alfred Bridge, "porque tiene todas las comodidades de una ciudad grande en una ciudad pequeña". Puede que esa sea una de las explicaciones del feeling de los jugadores argentinos con el Liceo. Muchos grandes nombres como los de Daniel Martinazzo, Carlos Gil, Roberto Roldán, Mario Agüero, Mario Rubio... o más recientemente Carlos López, Facundo Salinas, Reinaldo García y Pablo Álvarez desembarcaron en A Coruña, algunos para no marcharse nunca. Aunque gran parte de la culpa la tuvo Pepe Guillín. Era considerado el padre de los argentinos y los hacía sentir como en casa. Sin él, le tocó a Martín Payero, todavía en activo, hacer ese trabajo con Facundo, porque además el ahora nacionalizado por Angola había sido compañero de selección de Alfred muchos años antes. "Por edad podría ser su padre", bromea el ahora entrenador del Estudiantil. A muchos kilómetros de distancia y, sin saberlo, Facundo confiesa que le hace el misma chiste: "A Payero le decimos que podemos ser sus hijos".

La decisión de cruzar el charco no fue fácil para el jugador verdiblanco. El apego a su familia era el principal lazo que le ataba a su Argentina. Pero en A Coruña se encontró con un grupo de compatriotas que lo hacen sentir como en casa ya que coincide con Fabrizio Ciocale, casi uno más de su familia, el entrenador del equipo de OK Plata Andi Colaianni, y el propio Payero. "Con ellos se me hace más llevadero, estar con gente que es de la misma ciudad y que tiene las mismas costumbres", reconoce. También en este caso el padre fue el primero en visitar la ciudad herculina, mucho antes de que Facundo fuese ni siquiera un proyecto. "Vine a pasar dos meses en la ciudad cuando Daniel Martinazzo estaba en el Liceo y pude entrenarme con José Luis Huelves -también portero y ahora en la directiva del club-", recuerda. Por eso todas las referencias eran buenas y le animó a seguir sus pasos, eso sí, para una estancia más prolongada, mínimo una temporada.

Al liceísta, de tan solo 19 años, le costó la adaptación, sobre todo en los primeros meses. Tanto a nivel personal como de juego "Es muy distinto el hockey de aquí y el de San Juan. Pero poco a poco estoy llegando al nivel en el que quiero estar", dice Facundo. No es fácil porque en principio iba a jugar en el equipo de OK Plata, en el que contaría con muchos minutos, pero las necesidades de la primera plantilla le convirtieron en uno más de los pupilos de Juan Copa, con mucho menos protagonismo. En las últimas jornadas, las bajas le han disparado a la palestra y el joven jugador respondió a lo grande. Sin embargo Alfred considera que falta mucho Facu Bridge por conocer: "Todavía no ha mostrado al que todos conocemos". "Me falta soltarme más, tomar decisiones, pero cada vez tengo más confianza", avisa el jugador. Aunque su padre le pide algo: "Que nunca pierda la identidad argentina, que es lo que nos hace especiales".

En abril tendrá con la selección de su país un gran escaparate. "No me lo esperaba porque es un sueño y un lujo estar al lado de unos jugadores a los que veía por vídeo desde niño. Ahora lo que tengo que hacer es aprovechar la oportunidad y disfrutar", dice. Los plazos poco a poco se van cumpliendo y parece destinado a tener un puesto fijo en el primer equipo del Liceo el año que viene: "Espero que sí, yo seguiré trabajando para ello".