Dolores Rojas cumple veinte años en el panel internacional de marcha. Es una de los 22 especialistas del mundo de esta disciplina del atletismo, para ella el deporte más modélico en cuestión de igualdad entre hombres y mujeres.

- El atletismo es muy justo. Los que pasan el examen aprueban y los que no, suspenden.

-Afortunadamente el mundo del atletismo es muy paritario. Compartimos todo, escenario, medios, las mujeres están igual de remuneradas que los hombres... En Glasgow, el oro de Ana Peleteiro vale lo mismo que el de Álvaro de Arriba y el de Jorge Ureña. El reconocimiento es el mismo. Tengo la suerte de estar en un deporte así.

- ¿Era igual cuando empezó?

-La verdad es que sí. Cuando he ido a algunos seminarios en los que ha habido árbitras de otras disciplinas, sí que lo han tenido bastante complicado. Pero en mi caso, dejé de hacer atletismo, me hice juez y en Galicia somos muchas. Para nosotras es muy normal. No hay que reivindicar nada. Solo que el atletismo sirva de ejemplo.

- ¿Cuánto lleva?

-Me retiré en 1988 y me hice juez. Y ahora se cumplen veinte años que estoy en el panel internacional. ¡Pasa el tiempo volando!

- Y para celebrarlo, un Mundial y unos Juegos Olímpicos.

-Y que continúe. Cada cuatro años nos hacen un examen y ya he pasado cinco. Y cada vez quedamos menos. Cuando empecé éramos como unos 50, ahora solo somos 22 en todo el mundo.

- ¿Está en un momento polémico la marcha?

-Lo único que faltaba en el programa atlético que no era igual entre hombres y mujeres era el 50 kilómetros marcha y habíamos conseguido igualarlo. Y ahora hay un movimiento para quitarlo. Porque al final la que manda es la televisión y hay que hacerlo más atractivo. Yo entiendo a todas las partes. A mí me encanta la marcha pero entiendo que para vender espectáculo de una prueba de 5 horas... es difícil.

- ¿Qué cualidades tiene que tener un juez de marcha?

-Primero tener ganas e interés. Que te guste. Y buen ojo. A mí se me ha dado bien.

- Para eso también da igual ser hombre o mujer.

-Claro. El que vale para una cosa, vale. Y el que no, vale para otra. Igual un hombre más grande es mejor para la pértiga. Y no somos ni más ni menos.

- ¿La igualdad tiene que ser de oportunidades?

-Yo lo que defiendo es la igualdad. Pero que nadie nos diga a las mujeres lo que tenemos que hacer. Que nadie nos diga lo que nos tiene que gustar. Si no queremos correr, que nadie nos diga que hay que hacerlo. Si queremos estudiar Enfermería, que nadie nos diga que tenemos que hacer Informática. Que nos dejen ser lo que queramos. Deja a la mujer que haga lo que le dé la gana. Eso sí, valora lo mismo las dos cosas. Que no se considere más ser informática que enfermera. Y ya que estoy reivindicativa, no me parece normal que en pleno siglo XXI haya mujeres que pierden su apellido al casarse, como si pasaran a ser propiedad del marido. Y eso pasa en países desarrollados.