"Esto de las redes sociales me está preocupando", dice Elena Roca. Ella lo analiza todo y está pendiente hasta del último detalle. Internet es el elemento diferenciador de las anteriores finales en las que participó, más como jugadora que en su nueva faceta como entrenadora. Y por eso se le escapa de las manos. "Están todo el rato pendientes del móvil, la gente está mandando mensajes y muchos ánimos. Y eso es difícil de gestionar porque no podemos hacer nada más a nivel motivacional porque si no les va a salir la ansiedad por las orejas", reflexionaba antes del entrenamiento del CRAT previo al viaje del sábado a Madrid, donde el domingo disputará la final de División de Honor frente al INEF L'Hospitalet. Por eso tanto ella como Pablo Artime han hecho hincapié esta semana en no modificar las rutinas. Lo que les ha funcionado hasta aquí no lo van a cambiar. Y eso ha sido, ante todo, ser un equipo. La fuerza del grupo por encima de cualquier circunstancia. "Destacan todas. Todas confían. Y todas se sienten protagonistas", proclama.

"Cuando empezó la temporada no les planteamos nada. Solo les dijimos que si conseguíamos jugar en equipo, que íbamos a estar ahí", recuerda Roca. "Ellas tuvieron que creérselo y hemos mejorado mucho. Ha sido toda una evolución", añade. Ella fue la encargada de liderar un proyecto ganador al que fue sumando adeptos. Llamó a Pablo Artime para completar el cuadro técnico e incorporó a un analista de video para una sesión cada quince días, una preparadora física —30 o 45 minutos de cada entrenamiento—, antes era cada una por su cuenta„ y un entrenador de melé, además de otros métodos como jornadas de team building. Contribuyó también el hecho de tener más efectivos que nunca con la ayuda del equipo B, campeón gallego. 46 licencias. Más de 30 jugadoras en cada entrenamiento. Posibilidad de ensayar partidos reales de 15 contra 15. "Eso nunca había pasado antes", apunta.

Y ahora casi echa de menos una psicóloga. "Lo más importante va a ser la cabeza, el momento psicológico y la gestión de los nervios", analiza, "porque de juego ellas saben que tenemos herramientas de sobra para plantar cara y llevar nosotras el partido vaya como vaya". Lo tiene claro: "Si desplegamos nuestro juego, tendremos mucho ganado". Porque el trabajo, hecho está. Las palabras ahora son "tranquilidad y confianza". Tranquilidad para no caer en la hipermotivación. Porque está convencida de que una de las claves puede ser la mejor gestión del ritmo. No entrar a lo loco, "en modo visceral". "Será un partido para jugar con mucha inteligencia y creo que nosotras hemos aprendido a no darlo todo en los primeros minutos, a acelerar cuando se necesita y a esperar cuando no", revela.

En ese sentido, el CRAT intentará mañana "llevar la dirección de juego y el ritmo". "Si tenemos la posesión es mejor. Y después, mucha paciencia", continúa. Siempre tendiendo el máximo respeto a un rival que dio la sorpresa en las semifinales. "Llegó de cuarto, casi clasificado de milagro, y el Majadahonda había sido el más regular y creíamos que tenía más juego. Pero en esto del rugby si te confías lo más mínimo, pasan estas cosas. Nos pasó a nosotras alguna vez ya", reconoce. "El INEF tiene sus recursos, con cinco o seis jugadoras de la selección que tiran del resto. Son muy dinámicas, marcan el ritmo y su mayor peligro es la verticalidad. Hay que estar muy avispadas en defensa", enumera sobre las virtudes del rival.

El domingo el CRAT también podrá contar con otra internacional, Paula Medín, que regresa tras una lesión. Todo disponible para que mañana a partir de las 11.00 horas el oval eche a rodar sobre el césped artificial, otro de los condicionantes, de Las Terrazas. Que no El Central, como ellas querían. "No jugamos en el campo que merecemos. Tampoco podremos tener afición porque al no haber una organización previa ya había partidos marcados, como el de los chicos del club, que juegan a la misma hora y no pudieron aplazar su partido... Sé que dirán que somos unas pesadas. Pero nos da igual. Así no se hacen las cosas", protesta Roca.