El domingo, campeonas de liga. El lunes, a trabajar. Es la brusca vuelta a la realidad para las jugadoras del CRAT. Prácticamente ninguna es profesional, salvo los fichajes internacionales, las neozelandesas Baye, Nat y Mecca, aunque esta última imparte clases de inglés en un colegio. Todas tienen sus estudios y ocupaciones que compaginan con los entrenamientos y partidos. Pese a los enormes esfuerzos del club para dotar a las chicas de los mejores medios en un año en el que se dio un paso adelante en todas las facetas, todavía existe un abismo entre el deporte femenino y el masculino. En el campeón de España, de Valladolid, todos cobran y ninguno necesita otros trabajos como fuente de ingresos.

La coruñesa Elsa Porto fue una de las protagonistas activas de la final. Una de las veteranas del equipo -lleva once temporadas-, salió de titular y disputó los 80 minutos del partido. Tras el tercer tiempo, se subió al autobús con sus compañeras, llegó de madrugada y a primera hora de la mañana ya estaba en su puesto en la piscina y por la tarde, en el del gimnasio de las instalaciones de las pistas de atletismo de Elviña. En su caso es un poco más fácil compaginar. Trabaja donde entrena. Aunque le salga de su bolsillo. "Tengo un compañero de oro y antes me cambiaba los turnos para que yo pudiera ir a entrenar. Ahora, como es padre, no puede, pero sí que me viene a las ocho para que yo pueda salir y yo le pago esas horas", explica.

Otras compañeras también se buscan la vida. La mediomelé Alba es psicóloga en Asperga; Bea, entrenadora en Arete Motricidad Funcional; Judith trabaja en una clínica veterinaria; Jess es artista de circo; Mai da clases en una academia; Mica, además de madre de tres niños, es funcionaria como técnica de catastro; Mariana trabaja en una hamburguesería; Mel prepara oposiciones mientras hace unas horas en el colegio Calasanz; Paula lo hace en el Santa María del Mar, además de ser monitora en centros cívicos como Oli; Rachel es traductora y las hermanas gemelas Laura y Silvia, empleadas de una conocida tiendas de deportes.

Entre las estudiantes hay varias categorías, las que lo hacen en la ciudad y las que vienen de fuera. Como Alicia y Coro, que cursan en Lugo la carrera de Veterinaria, dicen que recorren "más kilómetros que Willy Fogg" y "viven en el coche" para desplazarse tres días a la semana a A Coruña. Aunque muchas han enfocado un futuro relacionado con el deporte entre INEF y Tafad, hay de todo: Ainhoa se decantó por Medicina; Danae por Arquitectura; Joana, por ADE y Derecho y SaraGo por Ilustración.

Las únicas que no regresaron el domingo a A Coruña fueron Paula Medín y Mónica Castelo, precisamente las dos capitanas del equipo, que ya se quedaron en Madrid para concentrarse con la selección española, con la que el sábado, esta vez sí en El Central -campo reclamado para la final liguera en vez del Las Terrazas en Alcobendas-, disputarán la final del Campeonato de Europa contra Holanda.

Las dos coruñesas, pese a ser internacionales, también tienen que hacer malabarismos para poder atender a todo. Le pasó a Medín incluso cuando preparaba los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, que tuvo que pasarse la mayor parte del año en Madrid para las distintas concentraciones con la selección. Licenciada en Fisioterapia y preparando oposiciones, realiza sustituciones en el Sergas, pero a veces sus compromisos en el campo le obligan a renunciar a estos contratos temporales, lo que le hace perder puntos en las listas. Y se encuentra que, con más de 30 años, no tiene prácticamente ninguno cotizado.

"He llamado a la capitana para ver si me puede decir si estoy en la convocatoria para la final porque necesito pedir días en el trabajo", decía la semana pasada, por su parte, Mónica Castelo, antes de que se hiciera oficial su presencia. Ella estudió Tafad, es socorrista en una piscina y se dedica también a dar cursillos de natación. Unas currantas dentro y fuera del campo.