El Valencia superó por 2-1 a un Madrid muy discreto en un encuentro en el que lo madridistas disfrutaron de un dominio infructuoso y en el que los locales tuvieron las ocasiones más claras de marcar y se llevaron un triunfo que les sitúa a un punto de la ansiada cuarta plaza que permite jugar Liga de Campeones.

El final de temporada se le va a hacer muy largo al Madrid que, sin alicientes en el horizonte, ofreció un juego ramplón y sin mordiente ante un Valencia pletórico, que suma ya diecisiete partidos consecutivos invicto y que de haber estado más acertado al contragolpe pudo haber goleado.

Los dos equipos saltaron con excesivas precauciones. Ni Valencia ni Madrid se aventuraban a descomponerse y la primera media hora fue tediosa, con el balón circulando más entre defensas que entre centrocampistas. Los porteros, meros espectadores.

El Madrid vivía en un rondo inoperante y cuando trataba depor banda se topaba con la defensa valencianista bien organizada, con buenas ayudas, que no dejaba resquicio. El Valencia tampoco lograba imprimir fluidez alguna a su juego hasta que, superada la media hora, una pared entre Guedes y Carlos Soler, acabó con un disparo con efecto del portugués que evitó la estirada de Keylor Navas para subir el 1-0 al marcador.

El gol espoleó al Valencia y en los diez últimos minutos zarandeó a los de Zidane con un juego rápido. Ni Rodrigo ni Kondogbia tuvieron acierto.

Se estiró el Madrid en la reanudación y el Valencia dispuso de los espacios que quería para correr, aunque encontró el premio a balón parado, tras un saque de esquina botado por Parejo en el que Garay se adelantó a Casemiro para cabecear a la escuadra. En el tiempo de prolongación Benzema recortó sin tiempo para más.