Con 98 años y después de una vida increíble cuya glosa da no para el argumento de una buena película de aventuras, sino para una serie entera de Netflix se nos ha ido Virgilio Hernández Rivadulla. La traza de su trayectoria vital, sus méritos, no caben en estos párrafos y juro al lector que no exagero.

Héroe de guerra condecorado, superviviente en dos contiendas armadas (guerra civil y Segunda guerra mundial), voluntario de la 250º División de Infantería de la Whermacht en el frente de rusia, más conocida como "División Azul", preso político y protagonista involuntario de los llamados "Sucesos de Begoña" a su regreso a España. En su vida civil licenciado en Derecho, técnico sanitario titulado, profesor de educación física, pionero del periodismo deportivo en España, testigo y protagonista de los éxitos de las grandes leyendas del motor como corresponsal durante más de 40 años de diario Marca, decano del periodismo del motor, fundador del periodismo deportivo en los titubeantes inicios de Televisión Española, Campeón de España de Rugby, subcampeón de salto de longitud, campeón universitario de boxeo, piragüista integrante del desafío español que cruzó el mediterráneo desde Mallorca a Roma para visitar al Papa Pío XII, Vicepresidente de la Federación Internacional de Deporte Universitario. Virgilio fue el primer loco (probablemente el único) en dar tres vueltas a España de 5.000 km cada una subido a una Vespa, sin más paradas que las necesarias para echar gasolina. Fue todo esto y más pero, sobre todo, fue un padre y esposo ejemplar, y para todos los que tuvimos el privilegio de conocerle fue una guía valiosa de humanidad, valores y de eso que ahora los snobs llaman "resiliencia".

Virgilio, el periodista, el héroe de guerra, el hijo del poeta de la tierra charra que de otro poeta te puso el nombre intuyendo tus cualidades, grande entre los grandes, ejemplar único de una inspiradora generación de españoles que se ha ido y que ya no volverá. Gente valiente, que derrochó corazón y arrojo, gente para la que ninguna dificultad fue infranqueable y que a pico y pala reconstruyeron una España destrozada, que dejaron un pais infinitamente mejor que el que se encontraron en tiempos convulsos de miedo e incertidumbre. Una de esas personalidades que dejan una huella indeleble. Alcanzó la excelencia en todo cuanto emprendió y venció dificultades que hoy no somos capaces de imaginar desde nuestra heredada comodidad de comida caliente, mando a distancia y calefacción central con termostato. Todo ello lo alcanzó sin caer en el recurso fácil a lo políticamente correcto, sin compadreo ni arribismo, sin maniobras. La gente como Virgilio te mira de frente, te desarma, no necesita de adornos para hacerse notar, inasequible al desaliento, imperturbable. Virgilio, un placer haberte conocido, gracias por tus palabras inspiradoras y por el impagable ejemplo de coraje y honor que seguirá luciendo en tus hijos y nietos. En una ocasión me regalaste una brújula que guardo como un tesoro, ojalá que tu brújula pueda guiar mis pasos.