Míchel, con un gran gol, potente e incontestable, dio ayer la victoria al Valladolid, que no ganaba desde el 27 de enero, ante un Girona muy pasivo que, con esta derrota, se hunde en la clasificación. Los locales dejaron constancia de su entrega desde el primer minuto. Mucho en juego. Todo, de hecho, para el conjunto blanquivioleta, por estar en su casa, ante su afición, y porque partía con dos puntos menos respecto a su rival, un Girona que volvió a salir con cinco defensas.

Era fundamental superar el miedo. Nunca es buen aliado, y menos en un partido a vida o muerte. Y los de Sergio González lo dejaron aparcado y buscaron la posesión y el control del balón para incomodar al máximo a la zaga visitante. Con premio.