El Celta se acerca a la permanencia una temporada más en Primera después de vencer a un desconocido Barcelona, que se plantó en Balaídos sin ninguno de sus habituales jugadores titulares, un insípido partido con escaso ritmo que se convirtió en un trámite para el conjunto catalán antes de jugar el martes en Anfield.

Valverde revolucionó su equipo. Con la mirada puesta en el partido de vuelta de la semifinal de la Liga de Campeones, no colocó en el once titular a ninguno de los jugadores que venció al Liverpool. Todo fue inédito en el campeón de liga, desde la defensa hasta la delantera. Ese novedoso y desconocido equipo todavía se alteró más con la lesión muscular de Dembélé a los pocos segundos de comenzar el partido, sustituido entonces por Collado.

El Barcelona tuvo la posesión de la pelota, aunque marcó un ritmo lento, poco explosivo. El Celta permitió ese guion. Optó por resguardarse en su campo, poco decidido en su presión, a la espera de algún contragolpe o envío largo para los delanteros.

El Celta, que priorizó el orden de su plan defensivo, no vivió sobresaltos cerca de su portería, y se adelantó con un gol de Maxi Gómez y sentenció con otro tanto de penalti, marcador por Iago Aspas, cuando el partido estaba llegando al final.