Hace años que en el hockey sobre patines coruñés se escucha la misma cantinela: "Hacen falta más equipos en Primera". Fue lo que provocó en las últimas temporadas un aluvión de peregrinajes de jugadores, que emigraron de Galicia para continuar con sus carreras en Madrid, Cataluña e incluso fuera de España. A partir de ahora, ya no habrá más excusas. Con el ascenso del Dominicos y del Compañía de María,dos de los mejores clubes de base de la ciudad, A Coruña disfrutará la próxima temporada de tres equipos „con el Liceo, que ya está en OK Plata„ en la segunda categoría nacional. Es un regalo para la cantera. Y de parte de los que con mucho esfuerzo se han tenido que ir abriendo camino antes que ellos. Pablo Togores, del equipo de la Ciudad Vieja, y Álvaro Rodríguez. del de Riazor, son dos de esos protagonistas. Con calidad de sobra para haber triunfado ambos en la OK Liga, a uno la oportunidad le llegó demasiado tarde, con el Cerceda, y el otro se ha pasado los últimos siete años intentando el ascenso con Compañía.

De hecho, el capitán colegial es el único superviviente del equipo que disputó la fase de ascenso en Asturias en 2012, una plantilla dirigida por Ramón Canalda en la que había figuras como Albert Maritnell, ya lejos de su mejor momento, Marc Fuentes, Josep Sellas, Antonio González o Jaime Lobón, ya todos retirados. "Ese año el Oviedo arrasó y no tuvimos muchas oportunidades", recuerda. Las más duras fueron las vividas en A Coruña y en Grado. "Aquí nos valía con el empate en la última jornada. Y al descanso perdíamos de tres. Nos repusimos, marcamos dos goles, pero en ese momento nos metimos uno en propia portería. Después nos pusimos 4-3 y tuvimos mil ocasiones, pero la bola no entraba y no entraba", relata. Después lo volvieron a intentar en Asturias y Navarra. Sin éxito. "En la última ya llegamos muy justos", reconoce.

Este año estaban destinados a cambiar la historia. "Lo más difícil para nosotros incluso fue clasificarnos para la OK Bronce". Se refiere a que solo lo hacían los tres primeros de la Liga Gallega y se lo jugaron en la última jornada contra el Compostela. "Si nos dicen en el descanso de ese partido, que íbamos perdiendo 2-0, que íbamos a ascender a tres jornadas para el final...", comenta. Aunque no fue el único episodio catártico. Al llegar a Grado el sábado, la misma pista donde unos años antes se habían dejado un ascenso, aparcó en el mismo sitio que en aquella ocasión e incluso les tocó cambiarse en el mismo vestuario aunque no era el inicial pensado para ellos, pero se encontraron que el suyo estaba inundado. "Dijimos, pues al otro. Y el partido, aunque se adelantó el Asturhockey y al final se nos pusieron 3-4, lo llevamos mucho más tranquilos de lo esperado", analiza. Por fin una celebración que, quizá, "llega unos años tarde". No para él, sino para todos los que se tuvieron que marchar.

De Compañía salieron jugadores como Ignacio Alabart, campeón de todo con el Barça; Chino Miguélez, en el filial azulgrana, y Gabriel Villares, triunfando en el Vilafranca. Algo similar le ocurre al Dominicos, que tiene diseminados por España a otros como Raúl Fernández y Pablo Torres, líderes de una generación que incluso se proclamó campeona de España alevín. Otros de ese equipo participaron ahora del ascenso que coincidió, a su vez, con la medalla de plata nacional obtenida por los nuevos alevines del club. "Fue un fin de semana muy bonito. Porque los mayores nos volcamos en animar a los pequeños y estos mostraron un carácter muy dominico", asegura Pablo Togores, que es el coordinador del club y este año decidió ponerse los patines tras haber pasado por el banquillo. "Creía que necesitábamos un cambio de timón y confiamos en Carlos Loureiro, que lo ha hecho increíble", dice.

Para Togores, la cantera es un orgullo. Y por eso era una necesidad el ascenso. "Nos lo marcamos como objetivo prioritario para este año. Y ahora hay que lograr mantenernos y hacer un proyecto incluso para en unos cuantos años plantearnos volver a la OK Liga", apunta. Espera que a las nuevas generaciones les llegue la oportunidad antes que en su caso, cuando le llamó el Cerceda a los 29 años después de mucho tiempo curtiéndose en distintas categorías. Ese equipo, casi exclusivamente formado por jugadores coruñeses, marcó un antes y un después porque los gallegos se dieron cuenta de que podían competir de tú a tú con los catalanes. "Nunca formé parte de un vestuario así, era espectacular", recuerda. Ahora ese modelo le sirve de ejemplo para crecer con un proyecto serio con vistas de futuro. Todo un legado.