"No hubo ni habrá otro equipo como el Sal Lence", repite siempre Bea Seijas cuando se le recuerda aquella época. Incluso se lamenta de que, con el tiempo, lo logrado por aquella generación de jugadoras haya quedado poco a poco en el olvido. El conjunto coruñés levantó las Ligas de 1993, 1995 y 1996, año en el que firmó el doblete al sumar también la Copa. Pero su importancia va más allá de los títulos.

"En donde jugábamos nos aplaudían muchísimo, incluso nos sacaban pañuelos", recuerda Castillo. "Éramos un espectáculo allá por dónde íbamos. En Barcelona había un torneo que el campeón se llevaba un millón de pesetas. Lo ganamos dos años. Había muchas pistas y se jugaban muchos partidos a la misma vez. Cuando jugábamos nosotras, se montaba un gran revuelo", pone como ejemplo.

Otro de los grandes méritos y legados de aquella plantilla es que estaba formada por gente de la casa. "Ahora Atlético de Madrid y Burela, que son los que mandan, tienen brasileñas y otras extranjeras. Nosotras no", valora. Hasta que, como siempre, ese poderoso caballero que es don dinero, apareció. "Nos llevaron a las mejores y nos acabamos disolviendo", concluye.