Nadal aseguró que su duodécima victoria en Roland Garros tiene un sabor especial por los malos momentos que ha pasado en la temporada a causa de las lesiones. "Ha sido un año complicado en términos de lesiones. Cuando uno se lleva bofetadas continuadas terminas estando herido. He pasado momentos en los que he estado herido mentalmente por las cosas que he ido pasando físicamente", afirmó.

El punto de inflexión fue de Barcelona, cuando se encerró en un habitación para "tomar decisiones" y "cambiar de actitud y de mentalidad". El jugador aseguró que gracias a la ayuda de mucha gente "se pudo revertir una situación complicada en las últimas cuatro semanas" y aseguró que la clave fue "valorar cada pequeña mejora y no buscar grandes avances drásticos".

"No creo en los avances mágicos, no son buenos porque no los asumes. Creo en los pasitos adelante, que puedes ir consolidando mentalmente, en el trabajo que he sido capaz de hace estas últimas cuatro semanas", señaló.

Esos avances le permitieron recuperar la motivación y, tras un bajón en la semifinal de Madrid contra el griego Stefanos Tsitsipas, "cada partido se ha mejorado".

"Mis sensaciones eran mejores", señaló el mallorquín, quien aseguró que la victoria en Roma le ayudó a llegar a Roland Garros con la confianza recobrada.

Con doce triunfos en París y 18 grandes en total, Nadal se sitúa a dos del suizo Roger Federer, pero aseguró que si bien le motiva alcanzar al helvético, no le obsesiona. "Jamás me ha obsesionado, no lo he tomado como una referencia clara en mi carrera".