La historia vital de Abdou Thiam es de guión de cine. Grabó un video en el que mostraba sus habilidades con la canasta que colgó en el canal de YouTube, esperando que los ojeadores le ofrecieran un contrato que le ayudase a salir del país. Recaló en Canarias. Después en Betanzos. Allí llegó con solo 86 kilos de peso para los 2,11 de altura. Prácticamente desnutrido. Los cuidados recibidos, unidos a su esfuerzo personal, hicieron que su destino cambiara por completo. Aunque con diferencias, el fichaje de Thiam trae a la memoria la historia del inolvidable Oumar Diakité. También llegó desde África, avalado por sus 212 centímetros, pero lo hizo desde Mali, país fronterizo con Senegal, y con solo 16 años. En A Coruña el Leyma se convirtió no solo en su club, sino en su familia, acogido por Gustavo Gago, preparador físico del equipo, con el que compartió muchas horas mejorando en la pista y compartiendo vivencias del día a día. Durante tres temporadas jugó con el filial, dirigido por aquel entonces por Fernando Buendía. Pero sus sueños se truncaron cuando los médicos le diagnosticaron una enfermedad imparable, incurable, que hizo que apenas dos meses después dejara huérfanos de su sonrisa a todos sus compañeros.