Bajo los palos de Compañía de María hay un inquilino nuevo. Por lo menos durante el Torneo Internacional que se está disputando estos días en el pabellón colegial. Más que un fichaje, es un invitado que viene desde lejos, Melbourne, y su nombre es Jay Cook. El portero australiano ha hecho una parada en la ciudad de uno de sus mentores antes de viajar a Barcelona para disputar los World Roller Games con la selección de su país. Hace dos años que conoció a Diego Lago cuando este viajó a Oceanía para entrenar a los guardametas. Ahora el que fuera su pupilo le devuelve la visita en un intercambio más entre el equipo coruñés y el hockey de las antípodas. De hecho, el hermano de Jay, Max, fue uno de los primeros en lanzarse a la aventura, ya en 2015, cuando aterrizó en la ciudad junto a Rees Leighton (también portero). Dos años después pasaron Ash Clee y el neozelandés Jimi Blinkhorne. Los cinco estarán en el Mundial de la Ciudad Condal. Una prueba más de cómo estos esfuerzos interculturales están contribuyendo al crecimiento en Australia.

"Se nota mucho, estamos mejorando muchísimo", analiza Jay Cook. Le miran los compañeros con los que desde el pasado día 21 convive, ya que está alojado en la casa del fisioterapeuta del club que, a su vez, mandará este verano a su hijo para Australia en un nuevo intercambio. Le da respeto la entrevista y también el juego en España. "Lo que más me llama la atención es cómo juegan los más pequeños, ¡no me esperaba que tuviesen tanto nivel!", asegura. Y eso que en su caso este deporte le viene de cuna. Su padre, Glenn Cook, es uno de los históricos del hockey aussie, todavía en activo a sus más de 50 años „y también juegan sus hermanos„. Una familia de hockey que se reencontrará en Barcelona. "El objetivo es hacerlo lo mejor que podamos e intentar mejorar", señala. Para esto todavía quedan unas semanas y para llegar en forma ha elegido A Coruña, una ciudad que le sorprende aunque confiesa que poco sabía de ella antes de viajar. "Me encanta", concluye con una sonrisa de oreja a oreja.