Alberto Moscoso, uno de los encargados del Campus y amigo de la infancia de Ramiro Amarelle, cuenta que la idea de crear un campamento de verano de fútbol playa surgió hace ya ocho años. "Rami aún estaba en activo cuando tuvo la inquietud de desarrollar el deporte y hacerlo llegar a los niños. Empezamos en Bastiagueiro, después estuvimos en Sada y finalmente nos establecimos en Sabón", explica.

Desde entonces, la participación en el campamento aumenta año tras año y Moscoso tiene claro el por qué: "En el fútbol playa los niños disfrutan más porque aunque cada uno tenga un nivel diferente, en la arena las diferencias no son tan llamativas y las habilidades se igualan. La participación crece todos los años porque ellos quieren repetir y por el boca a boca, ya que nosotros no nos publicitamos". El encargado continúa explicando que "los niños se sienten muy partícipes y el entorno ayuda mucho". "Estamos en la playa casi todo el día. Yo no me lo pensaría", añade.

Según informa Moscoso, en el campamento hay niños de entre los cinco a los dieciséis años, y realizan todo tipo de actividades relacionadas con el fútbol playa: "Empezamos siempre con actividades de calentamiento y movilidad articular. Continuamos con juegos de motricidad de todo tipo, con escaleras, aros, carreras, relevos, béisbol con el pie... Por la tarde los dividimos en grupos de edades y practicamos técnicas individuales con los monitores, condición y tiro, chilenas y situaciones de juego. Terminamos el día con los partidos de fútbol playa, que es la parte más lúdica y lo que más les gusta".

La filosofía del campus se encuentra acorde con la forma de entender el fútbol de su fundador. "Lo que más promovemos es el compañerismo, la educación y la integración. No nos importa el nivel técnico: dividimos los grupos siempre por edad", señala Moscoso, y añade: "Intentamos que los mayores estén pendientes de los pequeños, que siempre se recoja el material, que adquieran la conciencia de no tirar nada al suelo durante la merienda... Tratamos de que el fútbol sea una vía de educación". Moscoso además afirma que casi todos los monitores son también profesores y que llevan años trabajando con niños.

Por otra parte, el campamento presenta una serie de iniciativas con grupos de fuera de Galicia y España. "Rami siempre ha tenido una conciencia social muy grande. Tenemos un acuerdo con la asociación Ledicia Cativa para que todos los años venga un grupo de niños de Chernóbil. Rami los invita a que vengan a pasar una jornada con los monitores y con los niños del campus, y se les prepara un día con partidos y actividades. Este año también viene un grupo de ocho o diez niños de Estados Unidos", concluye Moscoso.