A los diecinueve años decidió apuntarse a un torneo de fútbol playa en Riazor con unos amigos. Desde entonces, la trayectoria de Ramiro Amarelle (Ponteceso, 1977) en este deporte ha estado repleta de éxitos que lo han convertido en el jugador más laureado de esta especialidad. El coruñés ha podido vivir de su pasión , y a día de hoy continúa haciéndolo como entrenador de la selección china de fútbol playa.

¿Cómo lleva el estar tan lejos de casa?

El mundo en el que me metí hace muchos años siempre me requirió viajar y estar fuera de casa. Nunca fueron épocas muy prolongadas, aunque ahora quizás sí lo son. Me paso fuera entre 5 y 6 semanas, pero al menos eso me permite estar otras tantas en A Coruña, así que estoy contento.

¿Ha notado mucho el choque cultural en el deporte?

Sí, sin duda. La cultura aquí es completamente diferente. Ya hace un par de años que el gobierno chino decidió que el fútbol es una forma de crear buenas relaciones e internacionalizarse, y ahora mismo el nivel de desarrollo es muy alto porque están invirtiendo muchos recursos. Es cierto que carecen de esa cultura futbolera que tenemos en España, pero tienen muy buenas instalaciones, y han hecho que el fútbol llegue a muchos sitios. Aunque el nivel de los entrenadores no es muy bueno están trayendo a mucha gente de fuera y están aprendiendo y haciendo cursos permanentemente. En unos años va a ser la bomba.

¿Cómo está viviendo la experiencia?

Estoy encantado de trabajar aquí. Me gusta porque veo que puedo ayudar a los chavales, a los jugadores, a los entrenadores. Aquí son muy receptivos, y tienen una cultura que se basa mucho en la confianza, en las relaciones personales y en crear un vínculo. Yo tengo una forma de entender el deporte muy peculiar. A veces hay dificultades porque los que se pueden considerar líderes intermedios se renuevan de forma constante y cada persona hace las cosas de forma diferente, pero nunca he tenido problemas graves con los dirigentes o con los que me han renovado. He tenido suerte porque siempre he estado rodeado de buena gente que me trata muy bien.

¿Qué valores trata de transmitir a su equipo?

Bajo mi punto de vista el fútbol es una vía de educación y formación. Está muy bien ganar, ya lo sé. Yo también quiero ganar. Pero primero hay que formar a la gente y prepararlos para ello. Aquí no hay cultura de fútbol, no hay una base, y es complicado. En este país suelen querer las cosas rápido, pero en este caso no puede ser. Yo puedo ayudar en algo, pero los jugadores no pueden alcanzar la experiencia suficiente en seis meses cuando eso lleva años. También es cierto que me están abriendo la mente muchísimo, más que yo a ellos. Yo creo que les estoy haciendo entender la importancia de aunar personas, no solo en el ámbito deportivo. Además, en mi opinión no es tanto la cantidad de las horas que se invierte en el trabajo como la calidad que les apliques, y ellos tienen esa pequeña dicotomía entre vivir y trabajar.

¿Qué recuerdos tiene sobre sus inicios en el fútbol playa?

Fue una época muy bonita, yo diría que la mejor de todas para este deporte. Por su difusión y por su repercusión, y también por la imagen que había de los exjugadores de fútbol, que fue muy positiva. Tuve la suerte de poder estar con estrellas recién retiradas, así que fueron años muy bonitos.Yo era muy joven, aprendí mucho y disfruté de viajar y de vivir rodeado de gente que eran y son ídolos para mí. Esos inicios fueron brutales.

¿Diría que la convivencia con sus ídolos fue determinante para usted?

Sí, han determinado mi trayectoria en todo. Para mí son una referencia y gracias a ellos hoy el deporte está posicionado donde está. Su aportación ha sido mayúscula. A nivel personal ya... sin comentarios. Todo lo que yo he podido hacer en el deporte, además de gracias a mi familia, a mi educación y a los valores que me han enseñado en casa, ha sido en parte gracias a ellos. Tenerlos fue un impulso muy grande. Me dieron apoyo, me dieron una motivación, un reto. Además de mi relación personal con ellos. Solo puedo decir cosas positivas.

¿Cuál cree que es la clave de su éxito?

Para mi el éxito es intentarlo, intentar hacer cosas lo mejor posible. No soy yo quién para decidir qué es el éxito, pero yo estoy contento. Tengo la suerte de poder ser profesional, de dedicarme durante 20 años a algo a lo que empecé jugando con unos amigos, que sigo conservando a día de hoy. Hoy en día no es fácil dedicarte a tu pasión, y sé que soy un afortunado por poder estar trabajando en algo que me llena. Aun así me gustaría tener mucha más repercusión en la sociedad mediante el deporte, para educar, para poder llegar a gente con más dificultades o problemas y que hubiese más relación entre la actividad deportiva y la transmisión de valores. Para mí eso sí sería una sensación de satisfacción plena, un éxito. Creo que el deporte es una herramienta educativa en la sociedad de un valor incalculable, y no se está aprovechando como debería.

¿Qué pensaría el Ramiro Amarelle de 19 años si viese a dónde ha llegado?

No se lo creería. Diría que no puede ser. El deporte del fútbol playa no existía por aquel entonces, y se dieron demasiadas circunstancias. Nunca hubiese pensado que pudiese llegar a esto, y por eso solo tengo palabras de agradecimiento para todos los que forman parte del mundo del fútbol playa.

¿Se daría algún consejo a si mismo durante esos inicios?

Sinceramente, creo que no hice muchas cosas mal, más allá de las que puede hacer un chaval de 19 años. Aproveché muy bien la oportunidad que tuve. Disfruté siempre con responsabilidad. Los consejos más importantes me los dieron los jugadores. La relación que tengo con Quique (Setién) en especial es en parte por eso, porque los consejos que me daba eran buenos. Siempre estaba conmigo, me proponía retos, me hacía sentir valorado. Era un buen ejemplo. Así que mi consejo sería que los escuchase siempre.

¿Con cuál de todos los premios recibidos se quedaría?

Hombre, que te escojan el mejor jugador del mundo siempre está bien. Cuando me lo dieron tuve la sensación de que mis compañeros también estaban contentos y orgullosos, y eso fue muy agradable.

¿Cuál es la situación actual de este deporte en España?

En España el fútbol playa está muy bien. Primero porque la Federación lo apoya, y tiene muchos recursos.Yo siempre espero más porque debo mucho a este deporte y me siento en deuda de construir más estructura y una buena base para él en el futuro. Tenemos un grupo de jugadores por España adelante que a nivel personal hacen esfuerzos muy grandes y, en mi opinión, no reciben la recompensa que se merecen. Hay sobre 20 clubes en el país que van aumentando y fluctuando en patrocinios y a nivel profesional, pero creo que hay que desarrollarlo más. La situación ahora está bien, pero hemos perdido dos generaciones muy buenas y aún hay que crear buenas bases para una mejor competición y un desarrollo más sostenible del deporte en el país.

¿Qué le diría a la gente joven para animarla a iniciarse en este deporte?

El fútbol playa te ofrece la posibilidad de disfrutar. Puedes soñar, puedes crear lo que quieras, que lo puedes hacer. En otras modalidades es más difícil porque todo está más estructurado. Puedes viajar, puedes representar a tu país. Tienes al alcance de tu mano posibilidades que dependen únicamente de tu esfuerzo, de tu asistencia a los entrenamientos y tu preocupación. Los niños van a la playa y disfrutan como locos. Hacen chilenas, y se desarrollan motrizmente a altos niveles al desplazarse por la arena. El gol se alcanza de forma constante, inmediata y cercana, así que hay más motivación. No hay presión, no hay estrés, el clima, la playa... Es mucho más educativo y lúdico para los jugadores en ese aspecto. Los niños están empezando a hacer cosas fenomenales y da gusto verlos.

En su momento compartió equipo en la selección española con otros coruñeses. ¿Le gustaría que A Coruña volviese a ser un referente para el fútbol playa tanto a nivel nacional como internacional?

Vivimos una época muy bonita. En 2006 conseguimos ser todos de A Coruña y eso fue un orgullo, un momento espectacular para la ciudad. Fuimos campeones de Europa. Fue una experiencia fantástica, y no se supo aprovechar. Otras federaciones sí que lo hicieron, como la andaluza, la valenciana o la catalana, y ahora están muy bien posicionadas. Galicia está un poco estancada, pero me gustaría que la cosa cambiase. Cuando creé la escuela una de mis inquietudes era esa. Por lo menos poder ofrecer la posibilidad de poder jugar. Empezamos en verano con los Campus, y ya hace un par de años que nos comprometimos con los chavales para llevarlos a jugar a los torneos, y ya estamos yendo. Jugamos el Campeonato de España, jugamos torneos en Portugal... Me gustaría seguir aumentando el número de eventos y poder viajar. Hay que ir poco a poco, buscando cooperación con la federación, con los ayuntamientos, con la comunidad autónoma... Otras comunidades están haciendo apuestas importantes uniendo el turismo, la cultura, la gastronomía y el deporte. Intentan integrarlo como una pata más del banco y, más concretamente, el fútbol playa. Soy gallego, soy coruñés, y me gustaría poder aportar lo máximo posible para que eso también ocurra aquí.