"María, siéntate aquí que vas a tirar la directa. Confío en ti". Así se enteró ayer María Sanjurjo, solo dos minutos antes de salir a la pista en la final del Mundial, de que Ricardo Ares, seleccionador español, la había elegido a ella para ser la ejecutora de la falta directa cuando Argentina, que en ese momento llevaba nueve faltas, cometiera la décima infracción. "Me puse pálida", confiesa. En su stick, toda la responsabilidad. Porque marcar supondría el 5-7 y atar el título mundial definitivamente para la selección española. "Pensé que la tenía que meter fuera como fuera", añade. Y lo hizo. Su primer gol en todos los World Roller Games de Barcelona y probablemente, el más importante de su corta pero ya plagada de éxitos carrera en la que ya suma una Copa de la Reina con el Telecable Gijón -también un subcampeonato de la Copa Intercontinental- y una corona mundial con la selección española.

El guión salió tan bien que parecía preparado. "¡Qué va! Si yo me enteré solo dos minutos antes", replica la jugadora, que empezó sus pasos sobre los patines en el patio del colegio Dominicos, solo para seguir a sus amigos que ya practicaban hockey sobre patines, pero que después se desarrolló en el Liceo, donde en categorías inferiores fue quemando etapas en equipos mano a mano con los chicos, a los que ganaba por su calidad técnica. Ella, habitualmente una chica que se pone bastante nerviosa, sacó toda la sangre fría que solo tienen los grandes campeones en los momentos decisivos. "La verdad, es que no pensé en nada y no me puse tan nerviosa como creía. Salí a hacer lo que mejor se me da, segura", afirma sobre una directa que tenía más que entrenada, aunque no conocía en exceso a la portera argentina, Anabella Flores.

Daba la casualidad de que era su primer gol con la selección española. "Mira que lo intenté veces antes...", bromea. Porque tanto en la primera fase contra Suiza, Chile y Francia, como en cuartos de final frente a Alemania -no jugó en semifinales ante Italia- había tenido protagonismo, pero se le había resistido, por poco, perforar la portería. "Estoy muy ilusionada y contenta", apunta. Porque para ella ya era un sueño estar con la selección en el Mundial y ahora puede decir que lo ha ganado y encima habiendo sido la protagonista. "No se puede pedir más. Estamos todas en una nube porque nos ha costado mucho llegar hasta aquí. Italia (en semifinales) fue un partido complicado por el planteamiento de ellas, pero lo realmente duro fue la final contra Argentina", analiza. "Todo su juego pasó por Luchi Agudo, pero en equipo pudimos superarla", continúa. Una gran revancha porque con el Gijón había perdido la final de la Copa Intercontinental contra el Concepción liderado por ella. Mientras, en las gradas, su padre Javier, su madre Sonia y su hermana Claudia, siempre fieles allá por donde va, la animaban: "Están contentísimos, no se lo podían creer".