Australia fue la gran protagonista de la primera jornada de competición en la piscina de Gwangju (Corea), escenario del Campeonato del Mundo de natación. Primero con la revolución de Ariarne Titmus, que en los 400 libres infringió a Katie Ledecky su segunda derrota internacional desde 2012. Y después con Mack Horton, toda una sublevación. Contra Sun Yang y contra los que han dejado que vuelva a competir rodeado por sus eternas sospechas de dopaje. Segundo por detrás del chino en la final de 400 libres, el campeón olímpico en Río se negó a compartir podio con su más que rival cuando los fotógrafos intentaron sacar la tradicional foto de los tres medallistas juntos. Y durante la vuelta de honor al recinto se mantuvo siempre a una prudente distancia de un metro. Para completar el día, el 4x100 libres del equipo aussie se llevó el título y rozó el récord del mundo. Empieza fuerte el Mundial. Con carreras para la historia y polémica.

Ariarne Titmus había avisado al convertirse en la tercera mujer en bajar de los cuatro minutos en los ocho largos a estilo libre. Era la principal amenaza para la reina Ledecky. Y aun así, pocos confiaban en que pudiera batir a la americana, que solo había cedido en 2017 en 200 libres y ante la campeonísima italiana Federica Pelligrini. Pero el doble hectómetro es una distancia que a la estadounidense siempre, a pesar de sus victorias mundiales y olímpicas, se le había quedado demasiado corta. No el 400, donde aplica su rodillo desde la salida hasta el final. Esta vez, fue una prueba de estrategia. Titmus le aguantó el envite en la primera mitad, demostrándole que estaba dispuesta a competir. Ledecky cambió en el tercer cien, pero la australiana, segura de su potente final, aguardó agazapada para dar el zarpazo definitivo en el último largo. No solo le pasó, sino que acabó destrozándola para imponerse por más de un segundo de ventaja con 3.58.76, récord de oceanía.

No tuvo problemas Sun Yang, por su parte, para ganar la misma prueba, los 400 libres masculino. Con su potencia de brazada y técnicamente perfecto, el chino domina toda clase de carreras. Poco le pudieron inquietar Mack Horton, que en Río 2016 sí pudo con él, y el italiano Gabriele Detti. Pero la verdadera competición del asiático se juega más fuera de la piscina que dentro de ella. En dos meses tendrá que declarar ante el TAS, que le investiga por dopaje. En concreto, por las informaciones que aseguran que sus guardaespaldas rompieron las muestras de un control que se le había hecho fuera de competición. No es la primera vez que está vinculado con las prácticas ilícitas. En 2014 dio positivo por trimetazidina. La Federación Internacional mira para otro lado. Como hizo Horton durante la ceremonia de premiación. ¿No hubiese sido mejor solucionar el caso antes del campeonato? En septiembre se sabrá la decisión del TAS. De confirmarse, Yang se enfrenta a una sanción de por vida.