Caeleb Dressel golpea al agua con ritmo, el mismo con el que ayudado por las baquetas hace sonar la batería. El estadounidense suele subir a sus redes sociales videos tocando este instrumento, en el que la coordinación de brazos y pies y la rapidez de movimientos son igual de importantes. En el agua añade potencia. De salto para entrar ya varios metros por delante de sus rivales y empezar a nadar con medio cuerpo de ventaja. Ahí ya impone su ritmo, cadencioso, martilleante, que en los últimos 50 solo tiene que aguantar para tocar, como casi siempre, la pared en primera posición. Lo hizo ayer en la final de 100 libres para revalidar su posición de rey de la velocidad. Un doblete que antes solo habían conseguido Matt Biondi, Alexander Popov, Filipo Magnini y James Magnussen. Es el quinto de la historia y el tercero en bajar de 47 segundos (tras el brasileño Cesar Cielo y el francés Alain Bernard, ambos con poliuretano). Le empujó Kyle Chalmers, que le hizo exprimirse hasta la última brazada para imponerse con 46.96 por los 47.08 del australiano. A solo cinco centésimas de un estratosférico récord del mundo.

Estos fueron ayer propiedad de Australia, que ha confirmado su recuperación después de varios años de un enorme bache que incluso provocaron un cisma nacional. En categoría femenina, sus nadadoras ya nada tienen que envidiar a las estadounidenses. Las batieron en el 4x100 libres, algo previsible, pero repitieron triunfo en el 4x200, algo que era la primera vez en la historia que sucedía. Con Katie Ledecky de nuevo en la piscina ya recuperada de su enfermedad, las aussies, con Ariarne Titmus en la primera posta y Emma McKeon en la última, tuvieron que hacer récord del mundo para ganar el mano a mano.

En categoría masculina, de momento todavía están un peldaño por debajo, lejos de esa época con Ian Thorpe, Gran Hackett o Michael Klim, cuando hacían sonar las guitarras para celebrar sus triunfos sobre los yanquis. Chalmers se quedó cerca y su compañero Matthew Wilson partirá hoy como favorito en los 200 braza tras igualar el récord del mundo en las semifinales, aunque se tendrá que enfrentar al ruso Anton Chupkov.

Pobres actuaciones españolas

El fiasco español se completó ayer con Jessica Vall, última en las semifinales de 200 braza. Ella, la que nunca falla desde su irrupción tardía en la elite internacional, tampoco estuvo a su nivel. Sin cambio, sin esa velocidad en los últimos metros que le hace comerse a rivales que ya van a menos en una prueba tan dura, no pudo recuperar la enorme distancia que le habían sacado en la primera mitad de la carrera. Y eso que tenía un poco de ventaja con la descalificación de la gran favorita, la estadounidense Lily King, que defendía su corona. Una menos y el título en bandeja para la rusa Yuliya Efimova.