La retirada de Michael Phelps amenazaba con dejar un vacío enorme en la natación, en peligro después de haber pasado años en las portadas, hazaña tras hazaña del de Baltimore. Con él se fue el mejor nadador de todos los tiempos y, probablemente, uno de los mejores deportistas de la historia y se abría la veda para ocupar su reinado, sin pensar que no habría que esperar mucho para encontrar a un no sucesor, pero sí otro nadador capaz de un dominio absoluto cada vez que se tira a la piscina. Caeleb Dressel cerró ayer el Campeonato del Mundo de Gwangju con ocho medallas, seis de oro y dos de plata. No pudo despedirse desde lo más alto del podio porque el oro se lo birló Gran Bretaña, con una espectacular última posta de Duncan Scott, ese nadador con cara de niño al que Sun Yang llamó perdedor en el podio del 200 libres.

En categoría femenina el protagonismo estuvo más repartido. Sin Ledecky en plan Ledecky, con una Sarah Sjostrom menos explosiva, aunque se llevó la clasificación FINA (oro en 50 mariposa, plata en 100 mariposa y 50 libres y bronce en 100 y 200 libres), y una Katinka Hosszu que solo dominó los estilos, emergió la figura de la estadounidense Simone Manuel, tenaz competidora, que hizo doblete en 50 y 100 libres a lo que sumó el podio en los cinco relevos para siete medallas. Pero también la de su compatriota Regan Smith, la única capaz de batir dos récords del mundo en Corea. Lo hizo en 100 y 200 espalda, con 17 años la nueva dominadora del estilo.

Y es que Estados Unidos volvió a mandar en el medallero pese a que comenzó al relantí. Cogió carrerilla cuando empezó a ganar Dressel, que como Phelps, tiró de los suyos a base de victorias. Las comparaciones, sin embargo, son odiosas. Poco favor le harían ahora a Dressel si empiezan a medirle bajo el rasero del de Baltimore. Se puede analizar desde diferentes ángulos. Phelps era más polivalente, capaz de nadar desde un 200 libres a un 200 mariposa y un 400 estilos, y de sus ocho famosos oros olímpicos, cinco fueron en pruebas individuales y tres en relevos. Dressel hizo cuatro y cuatro y la inclusión de los relevos en categoría mixta, dos, que no existían en los años de Phelps, también suman a favor de este „si a Dressel le quitas esos dos relevos se queda en 6 medallas„. Pero el de Florida fue capaz de imponerse en cuatro pruebas de velocidad: 50 y 100 libres, 50 (que no es olímpica) y 100 mariposa, mucho más igualadas y en las que cualquier detalle te cuesta una décima y eso te deja fuera del podio. Además, todavía cuenta con una bala a su favor si en el futuro intenta también su inclusión en el relevo del 4x200, que no nadó en Gwangju, por lo que todavía podría aspirar a nueve. Sea como sea, como dijo Simon Biles cuando le preguntaron si era la nueva Michael Phelps: "Soy la primera Simon Biles". Y con Caeleb Dressel, lo mismo.

Por la parte española, decepción absoluta no por no haber conseguido ninguna medalla y pocas, tres, finales. Ya fueron pocos los elegidos para ir, buscando la calidad por la cantidad, y ninguno estuvo a la altura. Salvo ayer Joanllu Pons, que a punto estuvo incluso de meterse en el podio del 400 estilos. Tuvo que esperar al último día el mallorquín para nadar su prueba reina, en la que es finalista olímpico y medallista europeo. Ayer volvió a confirmarse como uno de los pesos pesados de la distancia con la cuarta posición, batiendo el récord de España para dejarlo en 4.13.30. Excelente rendimiento que le impulsa de cara al año que viene en Tokio. Ya queda menos. Un año. Y las cartas ya están sobre la mesa.