El belga Philippe Gilbert (Deceuninck Quick Step), un clásico entre los clásicos, dejó su sello en Bilbao con una victoria en solitario en la duodécima etapa, en la que el esloveno Primoz Roglic (Jumbo Visma) mantuvo el jersey rojo de líder antes de la exigente subida a Los Machucos de hoy.

Gilbert, de 37 años, es un maestro en clásicas, y de ese modo resolvió su sexto triunfo en la Vuelta. Un ataque contundente en las rampas del Alto de Arraiz, a 7 kilómetros de meta, fue suficiente. Abrió un pequeño hueco y aguantó hasta cruzar la meta señalando con los dedos el número diez, que son las victorias que lleva en las grandes (seis en la Vuelta, tres en el Giro y una en el Tour).

El belga dejó con la miel en los labios, a dos segundos, al dúo español compuesto por el guipuzcoano Alex Aranburu (Caja Rural Seguros RGA) y el aragonés Fernando Barceló (Euskadi Murias), impotentes para echar el lazo al campeón belga.

Poco a poco fueron pasando por la meta en la Gran Vía de Bilbao los componentes del grupo de escapados del día, mientras que el grupo de favoritos cerraba el día previo a Los Machucos a tres minutos. No hubo batalla en las tachuelas del final de etapa. Tan solo un tímido ataque de Miguel Ángel López que no fue a ningún sitio porque el Jumbo del líner Roglic controló la etapa conforme a sus intereses.

Espera ahora el martirio de Los Machucos, la cima cántabra que destrozó la moral de Chris Froome en 2017. Por eso hubo ahorro de fuerzas en la jornada vasconavarra. Roglic mantuvo la ventaja de 1.52 sobre Alejandro Valverde, mientras que Miguel Ángel López es tercero a 2.11, Nairo Quintana cuarto a 3.00 y Tadej Pogacar quinto a 3.05.

El ritmo de inicio fue frenético y así fue difícil que se formara una escapada fácilmente. El pelotón no dio licencia para las aventuras hasta el kilómetro 65, cuando se marcharon para no volver 14 corredores. Nombre importantes, como Gilbert, y nutrida presencia española con Rojas, Aranburu, Lastra y Fernando Barceló.

Enseguida fue aumentando la distancia. La zona llana, solo rota por el Alto de Azázeta, dio paso a unos últimos 40 kilómetros donde se concentraban los alicientes de la jornada, con 3 tachuelas de tercera donde empezó el movimiento por la etapa.

Se movieron los escapados, en ningún momento los favoritos, agazapados todo el día bajo el control de un Jumbo Visma que alejaba intenciones de ataques con un ritmo disuasorio.

En la subida a Urruztmendi aún se mantuvo la unión en la avanzadilla, pero en El Vivero se desencadenó la pelea.