Esta semana el Deportivo Liceo confirmó que seguiría vistiendo de verde „el blanquiazul queda para la segunda equipación„ y ese color es el que más se ajusta con su grado de maduración. Lo esperado. No se pueden hacer milagros en cinco semanas por más que todos soñaran con repetir la final de la Supercopa de España del año pasado y, por qué no, el título. El conjunto coruñés plantó cara al Reus, las fuerzas estuvieron niveladas, pero sí que ciertos errores propios de la descoordinación entre jugadores que solo llevan un mes juntos le costaron muy caros. Tampoco estuvo acertado en ataque, impreciso, precipitado, con demasiada prisa. Todo lo contrario que los rojinegros. Álex Rodríguez fue el que marcó la diferencia. Dos maravillas suyas sirvieron para abrir una distancia que después Cándid Ballart aseguró con un recital de paradas. Solo el mariscal Franco Platero y Maxi Oruste en un rechace perforaron su meta y dieron esperanzas. Porque solo cuando sonó la bocina dejaron los liceístas de intentarlo.

Se sabía que no iba a ser fácil. Los verdiblancos se presentaban con seis cambios en la plantilla, que además, salvo David Torres, fueron los que más minutos tuvieron en pista, y sin prácticamente haber podido hacer pruebas en la pretemporada. Ante todo un Reus más rodado, ajustado pero con menos poder en la rotación „sin el coruñés César Carballeira, que finalmente será operado el lunes de la fractura de tibia y peroné en su pierda derecha„. Pese a la derrota, se atisbaron cimientos y algunos de los pilares que tendrá el equipo esta temporada. El primero, el ritmo de juego. Va a ser vertiginoso. Los di Benedetto tan pronto están intentando rematar a puerta como roban una bola detrás de la suya. Segundo, la importancia de Franco Platero. Juan Copa lo sentó cuando no quedó otra. Vital atrás, pero también incisivo en ataque. Marcó el 3-1 en una jugada individual que era la tercera vez que intentaba en el partido. Y tercero, hay que darle tiempo a este equipo. Todos van a ir encontrando su sitio. Solo van a ir a más.

El Liceo entró a la pista a correr. Por lo menos durante los primeros 13 minutos. Desactivó a Marc Julià, probó a Ballart desde fuera, aunque sin ningún "huy" como respuesta. Pero tanto seguir al 15 que Álex Rodríguez, todo físico y potencia, aprovechó para entrar de pista a pista por el pasillo que se había formado para encontrarse de frente con la portería y mandar la bola a las redes. Había que rearmarse, pero las ocasiones escaseaban. Justo al final del primer tiempo Marc Grau tuvo la más clara con un disparo que desvió el palo. Para el segundo, Juan Copa apostó por un cinco con un poco más de equilibrio.

De nada sirvió cuando golpeó de nuevo Álex Rodríguez con un cañonazo desde fuera. Al Liceo le costaba cada vez más y tampoco acertó a bola parada. David Torres mandó alto un penalti, si bien el Reus desaprovechó dos directas seguidas, una de Julià por la décima y otra de Rodríguez por una azul a Oruste. En inferioridad, Salvat solo tuvo que empujarla en el segundo palo. El técnico les pidió a los suyos que empujaran hasta el final. Y, sin presión, llegaron sus mejores minutos. La tuvo primero Roberto di Benedetto con un mano a mano y llegó el tanto por medio de Platero.

Quedaban 11 minutos y acto seguido Roberto tuvo en su stick la posibilidad de meter al Liceo en el partido con una directa. Este, sin embargo, jugó en su contra porque se le escapó la bola en el segundo amago y después llegó la sentencia de un Julià que sí marcó su directa. No suele fallar, Hacerlo dos veces seguidas no entraba dentro de lo probable. En la recta final, Oruste aprovechó una azul a Salvat para hacer el 4-2. Falló la directa, no el rechace. Para todo había que insistir el doble. Aún tuvieron los verdiblanco un par más en las que Ballart no dio opción. El Reus estará en la final. Y el Barça será su rival.