"No hay manera de ser competitivo con esta Honda si no la llevas hasta el extremo. Y eso provoca caerse mucho", argumenta siempre Marc Márquez. El campeón de Cervera ha sufrido muchas caídas en su trayectoria, aunque este año menos que nunca. La del viernes, dramática por momentos, fue la 10ª de la temporada, pocas comparadas con las 23 del 2018 o las 27 del 2017. "Yo no quiero caerme, pero si he de caerme 20 veces para ser campeón, me caeré", insiste. No es fácil en una carrera tan rica en caídas como en victorias (78) y títulos (casi 8) hacer un ranking de accidentes, pero, al margen del percance sufrido en Sepang-2011, que le lesionó gravemente el ojo izquierdo y le provocaba doble visión, la del viernes puede integrar el Top 3 junto a dos de las sufridas el año de su triunfal debut en MotoGP.

Empujado contra el muro por su moto . La primera caída seria, estremecedora, se produjo en el velocísimo Mugello, cuando Márquez se tiró de su Honda a 280 km/h. Faltaban 15 minutos. Marc, como casi siempre, marchaba entre los cinco primeros en los segundos ensayos del GP de Italia. Y, de pronto, en la recta larga, antes de trazar la curva de derechas de San Donato, el entonces bicampeón de Cervera perdió el control de su Honda a 320 km/h, la moto le empujó hacia el muro, él se tiró a 280 km/h e impactó con la barbilla (bueno, la barbilla del casco) en el suelo. Sufrió, tan solo, una fuerte contusión. "Hacía tiempo que no lo pasaba tan mal", dijeron al unísono Julià y Roser, los padres de Marc, presentes en el trazado.

Si Marc llega a impactar con el muro, las consecuencias habrían podido ser gravísimas. "Después del cambio de rasante de la recta he frenado, pero se me ha cerrado la dirección. He intentado salvar la caída, pero la moto me empujaba hacia el muro y he saltado para evitar golpearlo. Me he dado un fuerte golpe en la barbilla y un tirón en el cuello. Pero estoy bien".

Sin anestesia para recolocar el hombro. El segundo gran percance se produjo pocas horas antes de la salida del GP de Inglaterra de ese mágico 2013. Fue en el warm-up, 20 minutos en los que se corre a saco para saber que la moto está a punto. Tan veloz fue Márquez que la rueda delantera le patinó a 150 km/h justo cuando a Cal Crutchlow se le había escapado de las manos su Yamaha.

Los comisarios que retiraban la moto del británico vieron volar sobre ellos la RC213V de Márquez. Salieron corriendo y salvaron la vida de milagro. Marc rodó por el suelo. Todos pensaron que se había roto, que había perdido el Mundial. Pero se levantó. Ya sabía lo que tenía. Sentía el mismo dolor que en Brno en el 2010. Su hombro izquierdo se había salido de sitio.

"Metí la mano por dentro del mono y noté que estaba fuera. Nada de clavícula, pensé". Y se fue corriendo a la ambulancia. En los 10 primeros minutos, se puede recolocar el hombro sin anestesia. Con ella, los médicos pueden dejarte sin correr. Márquez entró en la clínica de Silverstone al grito de: "¿Dónde está el médico que mete los hombros?". Ya estaba allí. "¡Sin anestesia, doctor, sin anestesia!", dijo mientras apretaba los dientes. ¡Zas! Hombro en su sitio. Luego, infiltración, masaje y esparadrapos azules. Y a correr. Tras una épica batalla con Jorge Lorenzo, se quedó a centímetros de la victoria (0.081 segundos).

Gran susto camino de la octava corona. La caída del pasado viernes fue fea, fea, fea, como reconocen desde el propio Márquez hasta su jefe de equipo, Alberto Puig, pasando por el doctor Ángel Charte. Pudo hacerse mucho daño en la columna y en la tibia y tobillo izquierdos. Pero salió limpio de fracturas porque, como defiende su preparador físico, Genís Cuadros: "Prefiero que tenga la flexibilidad de un gato que la fortaleza de un perro".

La caída, en la que destrozó su Honda, se produjo a cinco minutos de acabar los primeros ensayos libres. Afrontaba una doble curva enlazada y perdió agarre, tal vez por pisar una zona sucia nada más salir del box. "No puedo decir por qué me he caído, pero estoy convencido de que ha sido culpa mía", admitió el (por ahora) heptacampeón.