Maxi Oruste y Bruno di Benedetto terminaron tocados el partido de ayer contra el Palafrugell, aunque ninguno de gravedad. Dada la amplia diferencia en el marcador, el entrenador decidió no arriesgar más con ellos y darles descanso, teniendo en cuenta que en dos semanas empieza la competición europea y eso supondrá un esfuerzo extra a sus jugadores, que tendrán que jugar dos partidos por semana.

En el caso de Di Benedetto, notó un golpe del que se quejó al descanso y Juan Copa lo sentó en el banquillo, aunque los últimos minutos los pasó observando en la zona de detrás de una de las porterías. En el de Oruste, le hicieron falta que el árbitro no señaló y que le terminó suponiendo una tarjeta azul por la protesta. Tampoco volvió a la pista para que terminara de recuperarse.

Fueron dos de las incidencias de un partido en el que el Palacio de los Deportes de Riazor volvió a presentar una buena entrada. No como la del duelo frente al Barça, cuando prácticamente se llenó el recinto, pero sí por encima de la media de la temporada pasada. En el descanso, más de veinte niños tomaron la cancha para un concurso en el que tenían que introducir la bola por un pequeño agujero en la portería. Ninguno acertó.