"Nuestro rival invisible son los viajes", decía Juan Copa, entrenador del Deportivo Liceo, antes de afrontar el que tenía que llevar a su equipo hasta Forte dei Marmi para disputar hoy a las 21.00 horas la primera jornada de la Liga Europea. Una premonición. Porque ayer su desplazamiento a Italia ya empezó con problemas. El vuelo A Coruña-Barcelona no pudo salir de Alvedro a primera hora de la mañana -recibió el impacto de un rayo en su trayecto desde Londres-, por lo que perdió el enlace a Milán, otra estación intermedia en la que iba a coger un bus hasta su destino final en la Toscana. Si el itinerario ya era enrevesado, se complicó por el contratiempo inicial que cambió todos los planes. El madrugón de los jugadores, que a las seis de la madrugada ya estaban en el aeropuerto, no les sirvió de nada. Hasta el mediodía no pudieron embarcar hacia la Ciudad Condal. Allí, tras esperar más de seis horas, fueron reubicados en otro vuelo hasta Florencia, donde les esperaba una última etapa en autobús, de unos 110 kilómetros para, ya a media noche, y tras parar a cenar por el camino, reposar por fin en la costera Forte dei Marmi.

El despertador se encendió para los jugadores a las cinco de la madrugada y no pudieron descansar hasta casi 24 horas después. No parece la mejor forma para afrontar hoy el duro reto que les espera en la pista del campeón de Italia en un choque decisivo en las aspiraciones europeas dada la complejidad de un grupo en el que les acompañan el Oliveirense portugués y el Saint Omer francés. Pero este jet lag es casi el día a día de los liceístas, que hay semanas que prácticamente viven en el aeropuerto. El arranque de la competición europea complica la organización. El viernes, viaje de casi 5.000 kilómetros. El sábado, partido. El domingo, viaje de vuelta. El miércoles, partido (por lo menos en casa, contra el Lleida). Y el sábado, desplazamiento a Igualada para una nueva jornada de la competición doméstica. Domingo, regreso a casa. Dos semanas de locos. Una realidad a la que el club verdiblanco está tristemente habituado. Esta temporada, como único equipo de fuera de Cataluña de la OK Liga, empeora la situación. Además de la Supercopa, que también fue allí (Reus), y sin tener en cuenta la Copa del Rey -que puede volver al mismo escenario o ser en A Coruña- ni el play off o el pase de ronda en la Liga Europea, el equipo verdiblanco recorrerá como mínimo 40.000 kilómetros en los dieciséis viajes por ahora oficiales del curso. Salvo el desplazamiento a Oliveira de Azemeis, todos en avión y bus posterior. Un tute que sus principales rivales caseros, como el Barça o el Reus, sufrirán solo una cuarta parte, con únicamente cuatro viajes largos „precisamente el de A Coruña y los tres de Europa„.

Los viajes de la OK Liga se resumen en vuelo desde A Coruña hasta Barcelona (unos 1.100 kilómetros), desde donde el equipo se traslada en autobús a uno de sus dos hoteles, dependiendo de si el lugar al que se dirige está al norte o al sur. Solo en uno de esos trece viajes se queda en la Ciudad Condal. En los otros doce se desplaza vía carretera por las cuatro provincias catalanas. El más largo, el de Lleida (180 kilómetros). Los más cercanos, los de Sant Sandurní d'Anoia y Caldes, a solo unos 50. Después están Calafell (65), Igualada y Taradell (70), Lloret de Mar y Vic (75), Sant Hipolit de Voltregá (80), Girona (105) y Reus (110). La otra cara la viven los equipos catalanes, que se dirigen en sus propios coches a la mayor parte de los partidos. Prácticamente como si jugasen en casa.

En Europa, para empezar, tres desplazamientos. Si el Liceo no tuvo suerte con el nivel deportivo del grupo, el más complicado junto al A -Sporting, Reus, Lodi y Quevert-, por lo menos no le tocaron los viajes más difíciles y lejanos que en esta edición son los de Biasca (Suiza) -que se negó a viajar a Noia este fin de semana alegando que su seguridad en Cataluña no estaba garantizada- y Herringen (Alemania). Sin embargo, el de Italia ya se les ha complicado a los verdiblancos. Después les quedará ir a Saint Omer, a donde llegarán vía Bruselas, y a Oliveira de Azemeis, una localidad muy cercana a Oporto y a la que tocará ir en un viaje largo en autobús. Si se clasifican, todavía quedará una ronda de cuartos de final y después, la final a cuatro.

Y para clasificarse, el Liceo tendrá que empezar hoy con buen pie su participación en Forte dei MarmiForte dei Marmi. La pequeña localidad costera de la Toscana vive del turismo, por lo que en invierno su reducida población vive muy pendiente del hockey. La afición es muy apasionada y seguro que tiene mucho que decir en el encuentro de esta noche. Pero el Liceo entiende que el primer paso hacia esos cuartos de final, para los que se clasifican los dos primeros del grupo, es conseguir cualquier resultado positivo en Italia. "Es un equipo muy fuerte, que apenas ha cambiado", destaca Juan Copa. La única baja, de hecho, es la de Franco Platero, ahora en las filas coruñesas. "Estamos en una buena dinámica en la liga, pero también en los entrenamientos y en el compromiso. Están haciendo las cosas muy fáciles, acortando los procesos. Vamos a ir con todas las ganas y con toda la cabeza puesta en el partido para traernos algo positivo", sentencia el técnico y David Torres señala a "la intensidad y el ritmo", como las claves del partido.