Un golazo de falta directa de Dani Parejo en el tramo final provocó otra frustración esta temporada del Atlético de Madrid, mejor que su rival cuando fue a por el partido, peor cuando replegó líneas con ventaja en el marcador y empatado cuando jugaba con diez, por la lesión en el tobillo de João Félix.

Una igualada que multiplica las dudas del conjunto rojiblanco, ganador sólo de uno de sus últimos seis encuentros de la Liga, mientras acumula empates casi sin pausa, y que rearma aún más al Valencia, superado en el primer tiempo, rehecho en el segundo e invicto en las cinco citas más recientes de LaLiga Santander.

Y genera más debate con el estilo del Atlético. Porque el diseño de la plantilla dibuja en la mente de muchos otras perspectivas y muchas posibilidades, quizá, pero sobre todo porque los resultados ni se acercan a todo lo que se espera. Cuatro victorias en nueve jornadas saben a muy poco. A casi nada. A decepción.

Es la exigencia histórica, interrumpida por algunos lapsus, que tiene el conjunto rojiblanco, antes, durante y después de Diego Simeone. En esas circunstancias, no hay argumento más irrebatible para un estilo, sea cual sea, que la victoria. La derrota no la sostiene ni el mejor fútbol.

Y en tal panorama, el empate contra el Valencia, por más que el primer tiempo del Atlético fue tan potente como convincente, ni restituye la confianza ni vale para mucho más que la reflexión.