"No sé por qué se retira la gente cuando se retira; pero eso, de momento, no pasa por mi cabeza. Y una cosa tengo muy clara: amo pilotar", explicaba a principios de agosto Lewis Hamilton, tras firmar la octava de sus diez victorias de este año y asestarle el golpe psicológico al Mundial de Fórmula 1 en Hungría. En la última carrera antes del parón veraniego. El inglés culminó ayer su, hasta ahora, última obra al acabar segundo el Gran Premio de Estados Unidos, en el Circuito de las Américas de Austin (Texas), donde ganó su compañero finlandés Valtteri Bottas: Hamilton se proclamó por sexta vez campeón del mundo de Fórmula 1, rebasó al argentino Juan Manuel Fangio, el primer pentacampeón de la historia y ya apunta al récord del alemán Michael Schumacher, el único que ganó siete Mundiales. Dedicándole el nuevo título al que fuera su jefe en Mercedes, el austriaco Niki Lauda, fallecido el pasado 20 de mayo.

Nacido el 7 de enero de 1985 en Stevenage (Inglaterra), Hamilton no se llama Lewis Carl por casualidad. Fue bautizado así en honor al estadounidense Carl Lewis, el ídolo de su padre, Anthony „hijo de emigrantes de la caribeña isla de Granada al Reino Unido„ y que unos meses antes de su nacimiento se había proclamado cuádruple campeón olímpico en Los Angeles 84.

El padre de Hamilton „separado de su madre, Carmen, cuando éste contaba dos años„ admiraba al velocista de Birmingham (Alabama), pero mucho más aún el mundo del motor, por lo que a su hijo le regaló su primer kart a los seis años, haciéndole prometer que se esforzaría más en el colegio.

Cuando aún no se había acuñado el término bullying, el joven Lewis fortaleció su carácter en clase de kárate, para protegerse del acoso escolar, en unos tiempos complicados en los que no sobraba dinero. Hamilton, que al principio residía con su madre „que tuvo otras dos hijas, Nicola y Samantha„, a los 12 años comenzó a vivir con Anthony, que tuvo otro hijo, Nicolas, más habitual en los circuitos.

Fue su padre „habitual del paddock durante los primeros años y presente, de nuevo ayer en el Circuito de las Américas„ quien le pintó de amarillo su primer casco, tras intercambiarlo por una vídeo-consola. Y fue su progenitor el que en las pistas de karting miraba qué niño marcaba los mejores tiempos y obligaba a Lewis a ver el punto exacto en el que éste frenaba, para invitarle a apurar más aún la frenada si deseaba ganar.

Cuentan que a los 10 años le pidió un autógrafo a Ron Dennis, quien, cumpliendo la promesa hecha ese día, lo incluyó en su programa de pilotos jóvenes de McLaren tres años después, en 1998.

En 2003 ganó la Fórmula Renault 2.0 del Reino Unido y siguió triunfando en las categorías inferiores hasta anotarse en 2006 la GP2, lo que le sirvió para dar el salto a la Fórmula Uno un año después, formando pareja en la escudería de Woking con Fernando Alonso. Con el que mantuvo una relación manifiestamente mejorable, durante una campaña que acabó como el rosario de la aurora debido a la nefasta gestión de Ron Dennis; que acabó sirviéndole en bandeja el título al finlandés Kimi Raikkonen; hasta la fecha, el último campeón mundial de Ferrari

El año de su debut ganó cuatro carreras. Desde entonces, no ha dejado de sumar al menos una victoria al año. Algo que en la F1 no ha hecho nadie excepto él. A fecha de hoy suma un total de 83, situándose a ocho del otro récord histórico de Schumacher, el de triunfos (91).

Su primera corona llegó en 2008, con McLaren: Hamilton, de raza negra, se había convertido en el Tiger Woods de la Fórmula Uno, deporte que, al igual que el golf, mueve gigantescas cantidades de dinero. Entonces afirmaba que llevaba a McLaren "en la sangre", pero la escudería de Woking tenía apellido, el de su motorista, Mercedes; y tras firmar con las 'flechas plateadas' está redactando las páginas más brillantes de su sobresaliente carrera deportiva.

Su fichaje por la escudería alemana, en 2013, en el que jugó un papel decisivo Niki Lauda -el hombre que nunca se equivocaba- fue cuestionado por algunos sectores de la prensa de su país, que han resultado estar estrepitosamente equivocados. Lewis ganó el Mundial un año después, en Abu Dabi, y defendió corona en 2015. Tras ceder el de 2016 pasado a su compañero y enemigo íntimo alemán Nico Rosberg, celebró los de 2017 y 2018.

Hace justo una semana se había quedado a sólo cuatro puntos de resolver matemáticamente, en Ciudad de México, un certamen en el que este domingo no desaprovechó su segunda bola de torneo.

Hamilton, convertido hace tiempo en icono, asume con gusto el star system. Hizo famoso en redes sociales a uno de sus perros, el bulldog Roscoe, luce pendientes y cadenas de oro; peinados rastas y numerosos tatuajes, entre los que destacan la cabeza de un león y la rosa de los vientos, en el pecho; y el lema " Still I Rise" (A pesar de todo, resurjo), que lleva tanto en su cuello como, ocasionalmente, en el casco. Diseña una línea de moda para una famosa marca de ropa y últimamente ha lanzado una cruzada contra el plástico vertido en mares y océanos.

"Obviamente lo veo todo diferente ahora con 34 que cuando tenía 22 años", explica Hamilton. "Pero ha sido un viaje largo. La mayor parte de la gente que está ahora ya estaba aquí cuando yo me uní al equipo; y este largo viaje que estamos haciendo juntos ha sido sobresaliente; por lo que quiero seguir experimentando y ver cuántas cosas más podemos seguir consiguiendo juntos": A pesar de tantos éxitos, sigue hambriento. Hamilton acaricia la inmortalidad.