El brasileño Roberto Firmino dejó a sus compatriotas del Flamengo sin el sueño del segundo título mundial y coronó al Liverpool como mejor club del planeta por primera vez en su historia con un decisivo gol en la prórroga.

El delantero brasileño, que ya fue fundamental en la semifinal contra el Monterrey mexicano con un gol en el tiempo de descuento, decantó una final dura e intensa en el estadio Internacional Khalifa de Doha.

En la reedición de la final de 1981, el cuadro dirigido por el alemán Jurgen Klopp consumó su venganza en el minuto 99 frente a un digno campeón de la Copa Libertadores, que plantó cara hasta el pitido final.

El Liverpool, seis veces campeón europeo, rompió así una racha de tres finales perdidas (1981, 1984 y 2005) para confirmarse como el mejor club del planeta, sucediendo al Madrid.

El Flamengo, también campeón de la Liga brasileña, dominó la primera mitad, sufrió en la segunda y llegó a la prórroga con más corazón que energía.

El Liverpool arrancó la final a toda velocidad. En apenas cinco minutos dispuso de tres oportunidades en las botas de Firmino, Keita y Alexander-Arnold. El ímpetu del Liverpool amainó, sin embargo, pasados los primeros quince minutos y renunció a la posesión.

Ello favoreció que los campeones de la Libertadores empezaran a crear peligro con el trabajo incansable de Gerson en el medio y la velocidad endiablada de Bruno Henrique en el ataque.

En la segunda parte el partido se rompió con los dos equipos en busca de un gol que se percibía como definitivo. El ritmo era frenético, pero el marcador no se movía.

La final se fue a la prórroga, a la que el equipo carioca llegó extenuado y en un contragolpe conducido por Mané lo culminó Firmino.

El delantero de la selección brasileña no erró a la tercera, controló, amagó y disparó para darle al Liverpool su primera corona mundial.