La selección española de balonmano hizo historia al revalidar el título continental que conquistó hace dos años en Zagreb, tras imponerse por 22-20 a Croacia en una final del Europeo de Suecia, Austria y Noruega que permitió a los hispanos convertirse en un equipo de leyenda. Nadie desde los Bengan Boys, el legendario equipo sueco que encadenó los títulos continentales de 1998, 2000 y 2002, había logrado revalidar el titulo continental, ni tan siquiera los Experts, el conjunto francés que dominó el balonmano mundial en la primera década de este siglo. Un dato que demuestra la magnitud de la gesta realizada por el equipo español en Estocolmo, donde los de Jordi Ribera hicieron historia con la máxima humildad y apelando a la fuerza del colectivo.

Sabedor de que el factor físico podría ser determinante, tras el tremendo esfuerzo que tuvo que hacer Croacia para vencer a Noruega en un encuentro de semifinales que no se resolvió hasta la segunda prórroga, el conjunto español decidió aprovechar su mayor profundidad de banquillo. Lo confirmó la presencia en el siete inicial del lateral Iosu Goñi, que no entró en la competición hasta el tramo final de la segunda fase.

Como siempre recalca Jordi Ribera, la fortaleza de los hispanos reside en el colectivo, un grupo homogéneo y sin fisuras en el que en cada encuentro el protagonista puede ser un jugador distinto. La prueba es que seis jugadores diferentes firmaron los seis primeros tantos (6-6).

Pero si en ataque España no tardó en dar con la tecla, en defensa los de Jordi Ribera no encontraron la fórmula para contener a la ofensiva balcánica. En particular al pivote Marino Maric, que no desaprovechó los espacios dejados por la defensa 5-1.

Precisamente un gol de Maric permitió a Croacia situarse 7-10, lo que obligó a pedir con urgencia un tiempo muerto al técnico español. Receso que Jordi Ribera aprovechó para cambiar por completo la fisonomía con el paso a una defensa 6-0 más cerrada y, sobre todo, con la salida a la pista del portero Gonzalo Pérez de Vargas y el lateral Jorge Maqueda. España remontó (11-10), sustentada en la impresionante actuación de Pérez de Vargas, que detuvo, incluido un penalti, seis de los siete lanzamientos que recibió desde su salida a la pista. Números que permitieron a España marcharse con ventaja (12-11) al descanso y la sensación de que empezaba a marcar el guion.

Se confirmó en el arranque de la segunda mitad, en el que el conjunto español no desaprovechó la exclusión del croata Zlatko Horvat (16-12) gracias a dos tantos a puerta vacía de Aleix Gómez.

Pero si alguien creía que el conjunto balcánico se iba a rendir tan pronto estaba equivocado y España vio reducida su ventaja a tan sólo un gol (16-15) con el paso de Croacia a atacar con siete jugadores. Una fórmula que no sólo acabó con la solidez defensiva, sino que también llenó de dudas al ataque español.

Croacia se puso por delante (18-19). La tensión se apoderó de ambos conjuntos, que encadenaron un fallo con otro, condenándose a un dramático final. El territorio en el que mejor se mueve el conjunto balcánico, pero si los croatas presumen de poseer un gen ganador, los hispanos sacaron su espíritu competitivo para decantar la final.