Las guerreras del agua hicieron gala a su cariñoso apelativo y, en una exhibición de trabajo, de constante intensidad, y de resiliencia tras ir perdiendo por 8-10, lograron el segundo título continental de su historia al imponerse en la final a Rusia por 13-12.

Budapest es una ciudad que se escribe con letras de oro para la selección femenina de waterpolo. Hace seis años logró allí su primer título europeo, al imponerse en la final a Países Bajos. En esta ocasión, con el Duna Arena como escenario, el conjunto de Miki Oca tampoco falló.

No se desmoronó cuando las pupilas de Alexander Gaidukov parecieron meter la directa al inicio del tercer parcial. Como tampoco cuando perdió su único partido del torneo en la fase de grupos ante las neerlandesas.

Esta selección española tiene un carácter acreditado y lo volvió a confirmar en la capital húngara. Enlazó cinco goles para no solo neutralizar la ventaja de Rusia, sino para sentenciar el partido con un 13-10. Aunque sus rivales no se rindieron ya no les quedaba tiempo para impedir el éxito de las guerreras acuáticas.

Los dos primeros cuartos, pese los nervios y la acumulación de imprecisiones, fueron un festival de goles con alternativas, con ambos equipos por delante en el marcador, para llegarse al descanso con un poco habitual en las finales, por abultado, empate 8-8.

Pareció salir perjudicada España de esta situación. Rusia estuvo más fina en el inicio del tercer parcial. Prokofyeva y Versneva situaban su ventaja en dos tantos (8-10), situación preocupante para las de Oca. Pero una magnífica Laura Ester mantuvo a flote al equipo y lideró la reacción.