Los jugadores del Deportivo Liceo son buenos. Muy buenos. Pero los del Barcelona son galácticos. Esta pequeña diferencia es la que existe entre tener que llegar a puerta diez veces para marcar y en poseer tantos recursos que cada ataque sea un peligro o sacarse de la chistera una genialidad, como la del coruñés Ignacio Alabart en el sexto gol azulgrana, una auténtica maravilla. Los culés, por anotar, hasta lo hicieron casi sin querer „Matías Pascual en el séptimo„. El conjunto local tiró de efectividad para pasar por encima de los verdiblancos, que no obstante estuvieron cerca de su rival en varias fases del partido. Tuvieron sus opciones, sobre todo con el 4-3, pero no las supieron aprovechar y contra el Barça eso se paga. Cualquier error, cualquier metro de más, lo aprovechan unos jugadores de una calidad técnica exquisita y un físico portentoso. El 5-3 fue un mazazo. Y con todo perdido, el Liceo podía haberse replegado para que la herida dejara de sangrar. Pero mantuvo su planteamiento atrevido, sin reservas ni especulaciones. Lo que es de agradecer para el espectáculo, pero lo que pagó con una goleada en contra con la que dice adiós al liderato. Son seis puntos los que separan a ambos en la clasificación a falta de seis jornadas en las que los coruñeses tienen margen para defender una segunda posición que no peligra, con 14 de ventaja sobre el Noia y el Igualada, tercero y cuarto „quedan solo 18 en juego„. El play off será una nueva batalla.

Esta vez no fue decisivo, pero parece imposible un partido contra el Barça sin que pase algo cuanto menos raro con el arbitraje. En el minuto 16, con 1-0 en el marcador, el conjunto local cometió su décima falta. Marc Grau se dirigió a tirar la directa. Colocó la bola. Adelantada, pero dentro del círculo. Al árbitro no le pareció correcto y se la cambió, trasladándola al centro del punto. El delantero del Liceo, acostumbrado a situarla de esta manera sin que nadie antes le hubiese dicho nada, la volvió a mover para ponerla a su gusto. El reglamento, de hecho, no dice dónde ni cómo tiene que situarse la bola en los lanzamientos de penalti, solo especifica que dentro del círculo. El colegiado, sin embargo, mostró cartulina azul al liceísta, que ya no pudo realizar el lanzamiento. No fue la primera que vio. También estuvo implicado en una de las jugadas decisivas del partido. Los verdiblancos habían pasado del 4-1 al 4-3 y soñaban con la remontada. Pero en la jugada siguiente el nueve resbaló en el área y derribó a João Rodrigues. Penalti y tarjeta. El portugués se encargó además de transformar la pena máxima, una de sus especialidades. Y el Liceo quedó tocado para el resto del duelo.

No fue el mejor día de los verdiblancos. Las sensaciones de los últimos partidos no mentían. Les había costado cuatro días antes ganar en Vic, por ejemplo. El Barcelona fue superior, con un arranque poderoso en el que desde el primer momento dejó claro que buscaría los disparos a media pista. En la primera que Pau Bargalló se quedó solo en la frontal, 1-0. Minuto cinco. Al Liceo le costaba encadenar buenas acciones arriba. Los culés tampoco le dejaron coger el ritmo con continuas faltas. En trece minutos ya llevaban nueve. En 16 llegó a la décima. Grau no pudo tirar por el rifirrafe con el árbitro. Lo hizo David Torres. Al palo. Tampoco acompañaba la suerte. También a bola parada llegaba la siguiente tras una azul a Helder Nunes. Oruste falló la directa, pero aprovechó un pase medido de Franco Platero al segundo palo para empatar. Tuvieron dos contras peligrosas los verdiblancos. Fallaron y el Barça, con dos latigazos, uno de Matías Pascual y otro de Bargalló, se fue en el marcador. Solo necesitó eso.

En la primera parte el capitán pudo amplicar la renta con una directa que falló, pero a la vuelta de vestuarios hizo el cuarto. De nuevo al mínimo despiste castigaban los azulgrana. El número elevado de faltas permitió que el Liceo tuviera de nuevo ocasión a bola parada. Esta vez a Marc Grau le dio igual dónde estuviera la bola. Chutó directo a gol. Y dándole de su propia medicina a los locales, en un saque de falta al medio, el pichichi verdiblanco puso el 4-3 con otro disparo potente. Cuando el Liceo estaba asomando la cabeza, se la volvieron a meter en el agua. Ni treinta segundos pudo celebrarlo antes de que le pitaran penalti. El tanto de Rodrigues lo cambió todo. Los pupilos de Juan Copa pagaron el esfuerzo. Les cayó el sexto con la genialidad de Alabart. El séptimo, mitad de Pascual y mitad de Grau (le dio en la espalda y se coló). Y el octavo, de directa, y el noveno de Pablo Álvarez, fiel a su cita con el gol.

Liga Europea

El Liceo tiene que pasar página. El sábado le espera otro partido decisivo. Recibe en el Palacio de los Deportes de Riazor al Forte dei Marmi italiano en la quinta jornada de la Liga Europea. Si gana o empata se clasifica para cuartos de final. Si pierde, se metería en problemas porque tendría que ir a jugarse el pase a Portugal en la última jornada contra el Oliveirense.