Era uno de los objetivos de la temporada. Y el Deportivo Liceo ya lo tiene en la mano. Los verdiblancos estarán en los cuartos de final de la Liga Europea. Lo consiguieron al imponerse ayer al Forte dei Marmi por 2-1 en un Palacio de los Deportes de Riazor que fue un hervidero. El conjunto coruñés, de paso, se sacó la espina de la eliminación del año pasado precisamente con los italianos como uno de sus verdugos „el otro fue el Sporting de Portugal, que también fue apeado ayer y no podrá defender su título„. En la última jornada de la fase de grupos de la competición continental ya en el mes de marzo „el fin de semana previo a la Copa del Rey„ el Liceo se jugará la primera plaza en Portugal contra el Oliveirense, con el que está empatado a 12 puntos en el liderato. Reus o Lodi esperarán en la siguiente fase.

Sufrieron los pupilos de Juan Copa, a los que les está costando finalizar las jugadas. Mucho control y poca mordiente, con solo un jugador que en estos momentos parece tocado por una varita mágica, Marc Grau. Ayer también fue decisivo y eso que cada vez que recibía una bola era rodeado al instante por dos contrarios. Pero le ayudó hasta la suerte: ya a punto de entrar en el último minuto un disparo suyo le dio en la espalda al muro Ricardo Gnata y se coló en la portería para decidir el partido para el bando local. Los verdiblancos propusieron todo el juego y buscaron más el gol ante un Forte que, sobre todo en la segunda parte, se dedicó a vivir de la contra, en ocasiones sin poder ni pasar del centro de la pista por culpa de un Fabrizio Ciocale imprescindible en la recuperación. Cuando lo conseguía hacía daño, pero ahí se encontró con otro Grau, en este caso Carles, muy acertado en los uno contra uno, aguantando la posición y descorazonando al rival. La bola parada, con dos directas y un penalti en los últimos minutos, pudieron haber permitido al Liceo la sentencia sin tanto sufrimiento. Al final fue con épica, que sabe mejor. Entre los ocho grandes de Europa.

No se marchó muy contento el conjunto italiano de la actuación arbitral. Tampoco su entrenador, Perluigi Bresciani, con alguno de sus jugadores. Lo que pasó en el minuto siete fue un ejemplo. Motaran vio azul y sentado en la silla, sus continuas protestas le costaron la segunda tarjeta. Pudo haberle salido caro a su equipo, de ahí el enfado del técnico. Primero David Torres anotó magistralmente la directa. Y después el Liceo tenía dos minutos en superioridad. No lo aprovechó y de un posible 2-0 se pasó al 1-1 con un penalti que transformó Federico Ambrosio. Parecía una ruleta de bola parada porque al poco Maxi Oruste le hizo un caño a un rival y se fue hacia la portería. Solo le pudieron parar con falta, una directa que el propio argentino erró el lanzamiento. Antes del descanso los verdiblancos tuvieron otras dos ocasiones claras, ambas protagonizadas por el capitán. El palo impidió una y en la otra, ya casi sobre la bocina, no pudo encañonar un buen pase al segundo palo con el portero ya vencido.

Un enorme esfuerzo físico, pero también mental. La plantilla se había llevado un batacazo en Barcelona solo cuatro días atrás. La herida estaba reciente, pero los coruñeses supieron mirar solo hacia delante demostrando una gran madurez. Solo titubearon durante un lapso en el inicio del segundo tiempo. Permitieron dos contra seguidas. Sumaron tres ataques sin morder. Hasta el habitualmente impasible Carles Grau lanzó un grito para despertar a los suyos. Lo hicieron de la mano de Fabrizio Ciocale. Le echó carácter. Empezó a robar bolas en el centro de la pista. A moverla. A moverse con inteligencia. Le faltó el gol. Se le negó incluso con un tiro al palo que dejó su exhibición sin premio.

Así se entró en los últimos diez minutos. El Forte con diez faltas, con amenaza de directa, pero sin muchas ganas de jugar. Le tembló el pulso por momentos también al Liceo. El 1-1 le valía. Al Forte no. Pero los locales no querían cometer ningún error que permitiera a los italianos correr a la contra. Los dos minutos finales fueron intensos. Maremmami vio una azul. A Torres se le escapó la bola en el lanzamiento de directa. Con superioridad, el capitán falló un penalti, pero después asistió a Grau para su gol. Y el nueve pudo cerrar con otra directa, por azul a Martí Casas, pero también falló. Costó. Pero valió la pena. Tanto como unos cuartos de final.