El Madrid reforzó su candidatura a su vigésimo octava Copa del Rey tras destrozar, en la semifinal disputada en Málaga, a un Valencia Basket irreconocible, que se vio avasallado de principio a fin por un rival que puso en práctica un baloncesto de muchos quilates.

Tras cuatro partidos repletos de emoción en la Copa, llegó el primer enfrentamiento sin historia, resuelto antes de tiempo porque Anthony Randolph, Facundo Campazzo y Edy Tavares se encargaron de anular cualquier esperanza a un equipo taronja que pareció acusar en exceso el desgaste de su victoria de cuartos de final frente al Barça.

A los mandos de un eléctrico Campazzo „el mejor con 15 puntos, cinco rebotes, nueve asistencias, siete balones recuperados y 31 de valoración„ el Madrid salió mucho más centrado al parqué del Martín Carpena y, en un abrir y cerrar de ojos, se puso 9-0 con cinco puntos consecutivos del internacional argentino.

La defensa blanca asfixiaba a un contrincante desnortado que jugaba al ralentí y que, tras cinco minutos sin canastas en juego y de la mano de Aaron Doornekamp, empezó a meterse en la semifinal con un 7-0 que devolvió las aguas a su cauce.

Los triples de Randolh, Causeur y Campazzo y los rebotes de Edy Tavares „siete al descanso„ volvieron a impulsar a los blancos, que gracias al acierto exterior y a su efectiva retaguardia terminaron el primer acto con los deberes hechos y mejores sensaciones (18-11).

Al descanso se llegó con el Real Madrid como claro dominador, con una diferencia abismal en valoración (43-13), rebotes (27-15) y marcador parcial (34-20) y con un Valencia que no tenía su tarde, falto de frescura y con mucho por mejorar si pretendía luchar por un billete en la final.

Nada cambió en la reanudación. Todo lo contrario. El Madrid sumaba en cada acercamiento y hacía imposible la resurrección valenciana.