Támara Echegoyen sumó en Geelong su tercer título mundial. Esta vez se colgó el oro junto a la mallorquina Paula Bareló y añade esta presea a las logradas en 2016 junto a Berta Betanzos y en 2013 acompañada por Ángela Pumariega y la coruñesa Sofía Toro en Elliot 6M, clase en la que también fueron campeonas olímpicas: "Este Mundial deber servir para sentirse orgulloso del trabajo hecho, para valorar que una tripulación de menos de dos años puede llegar a lo más alto, pero que no se puede dormir en ningún momento porque las rivales siguen trabajando para llegar a la siguiente competición con ganas de revancha".

Después de unos días para poder asimilarlo y disfrutarlo, ¿cuáles son las sensaciones que le deja este oro?

Ganar un Mundial es algo que no está al alcance de todo el mundo y cuando lo consigues es un hecho que te hace muy feliz, así que dejaré tiempo para que esta sensación siga en el cuerpo. Tanto para Paula (Barceló) como para mí supone una gran felicidad poder ver reflejado en las competiciones el gran trabajo que se lleva haciendo durante todo este tiempo y que, por ciertas circunstancias, no se pudo demostrar la calidad que tiene el equipo; era algo en lo que llevábamos ya mucho tiempo trabajando y que necesitábamos que llegase y lo hizo de la mejor forma posible.

Un oro que llega tras haber tenido que abandonar en el anterior Mundial a causa de una lesión de su tripulante.

El trabajo que se hizo previo a Nueva Zelanda fue espectacular. Tuvimos la suerte de hacer varias concentraciones internacionales en Santander, con muchos equipos de nivel, y la verdad es que el equipo iba muy bien preparado y confiado, pero la lesión apareció por el medio y se truncó todo ese trabajo. Las lesiones son parte de este juego, pero apareció en el momento menos oportuno, en un Mundial en el que ya no solo íbamos con las expectativas del resultado o de chequear el nivel con respecto a nuestras rivales, sino que éramos otro equipo español que podría estar luchando para asegurar la plaza para el país y al final no pudimos ser de ayuda. Tuvimos la suerte de que Patricia Suárez y Nicole Van der Velden hicieron un buen papel y pudieron sellar esa plaza para España.

¿Llegaban entonces a Geelong con ganas de reivindicarse?

Este Mundial lo afrontábamos con unas ganas increíbles porque veíamos que en esta ocasión sí que estábamos a nuestro cien por cien y que lo único que teníamos que hacer era poner en práctica todo lo que habíamos aprendido durante todos los meses anteriores.

¿Tenían la convicción de que el oro estaba a su alcance?

Es verdad que al llegar a Australia no, pero al ganar el Campeonato de Oceanía y ver lo cómodas que nos sentíamos en el barco la confianza en el trabajo que se hace es mayor y te ves con posibilidades, pero no es lo primero en lo que piensas cada día cuando te metes en el agua. Estos campeonatos son tan largos que afrontas cada día como un nuevo campeonato y es la suma de todos ellos lo que te hace llegar a la Medal Race con opciones. Después, a medida que va pasando la semana, te ves con más capacidad de poder acceder a ese oro y se te vuelve un poco más real. Haber conseguido la victoria no es que fuera una sorpresa, pero sin lugar a dudas cuando llegamos a Australia en nuestra cabeza no estaba llevarnos los dos campeonatos que se iban a disputar ahí.

¿La lesión de Paula le hizo estar preocupada en algún momento de la carrera olímpica?

Preocupada no estaba, pero es verdad que cuando estás trabajando duro y sientes que no se refleja en los resultados, por lo que sea, no solo por lesiones, llega un momento que te preguntas qué tecla tienes que tocar o cambiar. La realidad es que solo tuvimos que cambiar un par de ellas y la vuelta se dio de este nivel, así que es verdad que cuando no te encuentras cómoda tienes que buscar la solución, pero cuando formamos este equipo tenía mucha confianza en Paula y cuando los equipos nacen de la confianza es muy extraño que no se consigan los objetivos que te marcas.

¿Cómo vio la competencia con la viguesa Patricia Suárez por la plaza olímpica, que finalmente fue para usted?

Solo puede ir un equipo por país y esa rivalidad siempre va a existir, sobre todo cuando se abre un proceso de selección. Es normal y forma parte del juego; es sana porque cada uno de los equipos tiene sus objetivos y quiere alcanzarlos, así que la competencia no es mala, te hace estar alerta, te hace querer ir mejorando. Yo siempre he querido que hubiera gente detrás empujando porque al final son los que se van a quedar, porque no podemos estar siempre los mismos, así que para mí es un placer tener competencia, porque te hace seguir creciendo.

Tercer oro mundial para usted, primero para Barceló. ¿Cuál ha sido más especial?

Lo más especial es que los tres Mundiales que he ganado han sido con equipos diferentes y es una satisfacción increíble porque es un premio a nuestra forma de trabajar, a esa confianza en cada uno de los equipos que lidero y para mí ese es el mejor de los regalos, saber que el camino que sigues es el que te va a llevar hacia los objetivos que quieres alcanzar. Pero también ha sido un poco especial este porque cuando las tripulaciones se separan en la vela parece que dejan de tener conexión y en este caso no ha sido así porque Berta Betanzos sigue muy unida a este equipo, ha sido un pilar muy fuerte y para mí es un orgullo decir que aunque no naveguemos físicamente en el mismo barco, ella está navegando en mi proyecto de Tokio 2020 con Paula.