Uno de los pioneros en el deporte español como Carlos Sainz vio premiada ayer su extensa y exitosa carrera en el mundo de los rallies con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes, un reconocimiento para el piloto al que ni la edad, ni ese quizá injusto halo de infortunio que parecía rodearle no hace demasiado, es capaz aún de frenar en sus ganas de competir.

Bicampeón del mundo del WRC y triple ganador del Rally Dakar, como éxitos de más renombre dentro de un gran palmarés, el madrileño, que el pasado mes de abril cumplió 58 años, es sin duda una de las figuras importantes del deporte nacional y, seguramente, el encargado de dar a conocer los rallies en España.

Sainz ya tenía muy claro desde muy pronto que los rallies eran lo suyo e incluso dejó sus estudios de Derecho y el mundo del squash. Con un Seat Panda y un Renault 5 fue forjándose un buen nombre en España en 1987, y con el impulso que le dio su buen amigo Carmelo Ezpeleta, debutar en el Mundial con un Ford Sierra Cosworth, siempre acompañado por Luis Moya como copiloto hasta su separación en 2002.

Sus aptitudes le permitirían dar el salto a una marca importante como Toyota. Y con el Celica de la marca japonesa entró en la historia del deporte nacional con su primera corona mundial en el WRC en 1990, a la que seguiría otra más en 1992. La tercera se le resistió, perdida de una forma tan dramática que marcó durante mucho tiempo su figura.

Y es que, pese a sus innumerables triunfos, a Sainz también se le recuerda por aquella imagen a las puertas del final del último tramo del Rally de Gran Bretaña. Con llegar le habría bastado para proclamarse campeón mundial ante el finlandés Tommi Makkinen, pero su coche se paró inexplicablemente, con Luis Moya gritando aquella frase que siempre irá unida a su historia ("Trata de arrancarlo, Carlos, trata de arrancarlo, por Dios") y que agrandaron una aureola de mala suerte que él siempre ha negado.

Con 42 años se tomó un descanso, pero no fue demasiado largo ya que decidió probar el reto del Rally Dakar, donde debutó en 2006 y pronto demostró su capacidad para ganar. En 2010 alargó su leyenda con su primer triunfo y el primer español en conseguirlo en coches. Repitió en 2018 y 2020.

"No quiero dejar pasar la ocasión de agradecer a todos los aficionados que durante tantos años han estado apoyándome y les hago partícipes también de este premio", dijo ayer Carlos Sainz tras conocer que le otorgaban el Princesa de Asturias de los Deportes. "Ya se puede retirar tranquilo, aunque dudo que lo haga", bromeaba su hijo, con el que comparte nombre y afición por la velocidad y que sigue sus pasos en el mundo de la Fórmula 1. "Nos seguimos dando alegrías", concluía el futuro piloto de Ferrari.