Djokovic y Nadal poco podían imaginar que Dubai y Acapulco iban a ser los dos últimos torneos que ganarían antes de que la pandemia obligara a la ATP a suspender el circuito mundial de tenis. Sus victorias ante Stefano Tsitsipas (6-3, 6-4) y Taylor Fritz (6-3, 6-2) fueron los últimos partidos que se jugarían junto a la final del torneo de Santiago de Chile ganada por Thiago Seyboth Wild.

Después de 175 interminables días de parón y 25 torneos suspendidos (problema muy parecido y/o idéntico al de otros deportes), el Masters 1.000 de Cincinnati reabre hoy una temporada maldita, demasiado incierta como para pensar que se concluirá. Y lo hará lejos de Mason (Ohio) donde se juega el torneo. La pandemia del coronavirus ha obligado a una solución de emergencia a la federación estadounidense de tenis (USTA) que trasladó el torneo a Nueva York como previa al Abierto de Estados Unidos.

El retorno a las pistas no tendrá nada que ver a lo que imaginaban Djokovic y Nadal cuando el 29 de febrero se retaban a distancia con sus victorias en Dubai y Acapulco en una temporada que se anunciaba espectacular. La realidad es muy distinta. La pandemia ha destruido las expectativas y el tenis solo busca sobrevivir a la peor crisis vivida en su historia desde la Segunda Guerra Mundial.

De entrada, en Nueva York, no estará Nadal, que ha preferido evitar cualquier riesgo y preservar el cuerpo de cara al único objetivo real que no es otro que ganar Roland Garros, trasladado al 21 de septiembre.